Desde el punto de vista macroeconómico las cifras de Guatemala durante la pandemia han sido extraordinarias porque es de los pocos países del mundo que ha logrado mostrar niveles de crecimiento económico mientras muchos sufren las consecuencias de la reducción de la actividad derivada del distanciamiento, por lo menos, que obligó a millones de personas al encierro prolongado que impedía el trabajo para generar producción e ingresos. Por supuesto que quienes viven día a día, sin capacidad de ahorro y dependiendo de lo que pueden producir en la jornada han sido severamente castigados en todos lados y esa realidad se traduce en términos de indicadores económicos y merma de casi todas las economías, aún de las más grandes del mundo.
Guatemala, en cambio, no sólo no redujo su economía sino que mantuvo prácticamente sus ritos de crecimiento y así lo señalan los indicadores, realidad que no se puede negar, pero cuya explicación dista mucho de la que ofrece y sostiene el gobierno. Giammattei ayer volvió a decir que es él el responsable de esa situación y que en su viaje a España comentó con algunas personas que la clave de esa exitosa condición está en que “no se peleó con el sector privado”, dando a entender que una alianza gobierno y empresarios es la clave de los sorprendentes resultados.
La verdad es que Guatemala creció porque crecieron, por enésima vez, las remesas familiares y lo menos que debiera hacer el gobierno es reconocer el mérito inmenso que tienen los que, desesperados por la falta de oportunidades, corren enormes riesgos viajando a Estados Unidos para ganarse el sustento y para enviar dinero a sus familias. Con la economía norteamericana sufriendo una de sus peores crisis de los últimos años y cuando algunos supusimos que ello provocaría una baja en las remesas, vimos que las mismas apenas tuvieron un pequeñísimo bache para recuperarse inmediatamente gracias a la enorme dependencia que en EUA hay de esa mano de obra barata, pero efectiva que constituye la población guatemalteca que reside allá.
Todos nos vamos acomodando cuando podemos subsistir sin esfuerzos y eso le está pasando a Guatemala que depende tanto de las remesas. El mercado local funciona por los miles de millones que envían nuestros compatriotas y eso es el motor real de nuestra economía porque, en honor a la verdad, fuera del buen manejo macroeconómico que hace el Banco de Guatemala no hay nada que sustente la tesis oficial de que el país está bien porque el gobierno ha acertado con sus acciones y disposiciones.