Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina Mejía

Al sumarme a la contra-campaña en oposición a la celebración oficial del bicentenario, escribiré varios artículos para demostrar, como profesor de Historia de América Latina en Estados Unidos y Chile, que el 15 de septiembre de 2021 es una fecha para conmemorar doscientos años de haber dejado de ser colonia española -con la esperanza de hacer efectiva la palabra “Libertad” consagrada en el escudo nacional- pero que es una fecha que no constituye motivo para celebrar. Al recorrer la Historia nacional, queda en evidencia que Guatemala ha sido y sigue siendo la “Patria del Criollo”, si bien la clase de los Criollos se ha expandido con extranjeros y nuevos ricos que han escalado posiciones con negocios, lícitos o ilícitos, o vía matrimonio o servidumbre política. La clase dominante se ha transformado en burguesía, condicionada por la oligarquía
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Lo hecho por la clase dominante en sus casi dos siglos de explotación del país no es digno de celebrarse ni por ella misma, aunque su servidumbre política, que se ha aprovechado de la sumisión nacional e internacional para trepar económicamente, prepara celebraciones a lo largo de doscientos días. Esta iniciativa gubernamental será conocida como “piñata del bicentenario”, por ser vía para grosero robo. En dos lustros se han agravado las crisis social, económica y política, magnificadas por la corrupción y la impunidad. Es hoy un Estado fallido, neocolonial y caótico. Se tienen las peores cifras, algunas en América y otras en el mundo, en desnutrición, analfabetismo, hambre, pobreza, desempleo, falta de salud y educación, al igual que primeros puestos en la falta de control de la pandemia -sin pruebas confiables, sin vacunas, sin tratamientos y sobreviviendo solamente por esfuerzos heroicos de sus recursos humanos- pésima gobernanza y galopante corrupción. Se ha caído en la crisis ética, que ha penetrado al conjunto del Estado y la mayoría de entidades del sector privado. El país no ha colapsado porque la población encontró en la migración una válvula de escape a la miseria generada por la clase dominante, convirtiéndose, a costa de grandes riesgos y peligros, en la generadora más importante de divisas. Cuatro millones de connacionales no presionan al Estado en nuestro país, porque lo dejaron y se esfuerzan por que sus familias sobrevivan bajo gobiernos irresponsables. Celebrar este resultado caótico es inmoral y desperdicio de recursos, necesarios para enfrentar la pandemia y sus consecuencias.
Desde la oposición, la mejor forma de conmemorar los doscientos años es reconociendo las luchas heroicas de hombres y mujeres, para terminar con el yugo español y las que se han realizado después para eliminar tiranías, dictaduras, estado de seguridad nacional y entrega sumisa al imperialismo. Igualmente, las luchas de los pueblos indígenas para defender sus tierras, territorios y recursos y de las mujeres para lograr, preservar y ejercer sus derechos. Mostraremos que hay hoy una nueva dependencia frente a la burguesía y los intereses estadounidenses y que, por lo tanto, corresponde avanzar en el logro de nuestra Segunda Independencia.

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