David C. Martínez Amador.
El pasado 21 de abril, se cumplieron 2,772 años de la fundación de Roma. Fundada en un 21 de abril del 753 a.C, esa pequeña aldea a orillas del Tíber, abarcaría luego en sus “limes” (alocución latina para límite territorial) una longitud total de 5,000 km que atravesaría toda Europa, desde la costa atlántica septentrional de la Gran Bretaña hasta el Mar Negro.
¿Qué celebramos?
La universalización del helenismo, la construcción de carreteras, de baños públicos, acueductos, templos, foros, bibliotecas públicas; a creación del ius gentium y del ius civitas. (el derecho de ciudadano y derecho de extranjeros) y haber legislado sobre el espacio público y el espacio privado. Echaron las raíces de lo que sería el habeas corpus, y la defensa jurídica tal y cómo la conocemos. Y nadie cómo hechos para perfeccionar la técnica del registro histórico. Logaron lo que Alejandro Magno nunca pudo, unir a todos los pueblos bajo un sólo dominio. Sintetizaron lo mejor de las culturas conocidas, de los atenienses adoptaron la idea de poner las leyes en códices, las constituciones y el debate ciudadano. Perfeccionaron los cargos públicos de elección y no elección, distinguiendo entre cargos para la administración pública y para la representación política. Por primera vez en la historia hubo, clara representación política de las clases sociales: 900 senadores en su apogeo representando tanto las clases patricias, cómo las clases populares y las provincias. Buscaron el acuerdo político entre las clases y cuando esto fue posible erigieron el templo de la ´Concordia´ en el Foro. También las provincias que se hermanaban con Roma (y eran consideradas municipios) podían recibir la ciudadanía y eso les permití tener sus propios foros de representación política local. Sintetizaron lo mejor de otras culturas: De los griegos el valor militar y el debate político, de los etruscos tomaron los arcos, las bóvedas y los acueductos. Le dieron al mundo antiguo el mayor momento de paz, pues bajo la Pax Augusta (206 años de paz en todo el Imperio). Llegaron a reconocer hasta 10,000 deidades que hermanaban a Roma con otros pueblos, dando así espacio a un proceso de globalización único en el mundo antiguo. De hecho, la apertura de un templo religioso no romano en Roma significa el inicio de relaciones de paz entre los pueblos, algo similar a la idea de representaciones diplomáticas.
Habrá quienes argumenten que al final del día Roma fue cómo cualquier otro imperio, violento y constructor de una sociedad estamental.
Pero toda su violencia y su estratificación social estaban reguladas por la lógica racional de un derecho que permitía la convivencia entre romanos y no romanos. Y los ciudadanos (de nacimiento o por adquisición) podían defenderse con base a derecho, incluso frente a las magistraturas superiores. Ningún otro modelo imperial tenía esta noción de un derecho universal. Saulo de Tarso por ser ciudadano romano, llevó su caso ante el Emperador. El mismo Jesús de Nazareth sin ser romano pudo presentar su caso ante dos instancias romanas (y fue absuelto por Roma).
Salve Salve Roma, patria eterna