En lo más álgido de la lucha contra la corrupción sacaron nuevamente el tema de la polarización ideológica y empezaron a decir que lo que pretendía la CICIG era convertir a Guatemala en otra Venezuela, expresión que se repetía una y otra vez a cada momento porque eran evidentes los excesos de la dictadura en el hermano país donde una fuerza populista se hizo con todo el poder y eliminó los mecanismos institucionales que podían funcionar en un sistema de pesos y contrapesos a fin de evitar los abusos. Allá implementaron políticas que agradaron a las masas y con ello aseguraron la perpetuidad de un régimen despótico y arbitrario.
Sin embargo, el “aviso” sólo fue el petate del muerto porque los mismos que crearon esa teoría de conspiración sabían lo que hacían y lo van logrando. Se proponían convertir al Pacto de Corruptos en una copia al calco de lo que es el chavismo en cuanto a la forma de ejercer el poder. Sin siquiera necesidad de tomar acciones populistas, sino simplemente aprovechando la indiferencia fatal de la ciudadanía guatemalteca, se hicieron con todas las instituciones y, como en Venezuela, tienen campo libre para gobernar a su sabor y antojo sin mecanismo alguno que pueda ser utilizado para defender la legalidad porque, simplemente, hicieron desaparecer el Estado de Derecho.
Si vemos el control que tiene Nicolás Maduro y su gente de todas las instituciones de su país, empezando por el poder Ejecutivo, el Ejército, el Congreso, las Cortes y hasta la última institución del Estado, veremos que la diferencia con Guatemala no existe en tales términos porque aquí el grupo que dirigen Giammattei y compañía tiene exactamente el mismo nivel de control y por ello, sin titubeos ni vacilaciones, hacen las de Chávez y Maduro y se enfrentan hasta con los Estados Unidos y al resto de la comunidad internacional.
Los parangones entre Venezuela y Guatemala hoy en día son inmensos y se pueden encontrar por todos lados. Las diferencias entre ambos países son también evidentes, porque mientras el chavismo tuvo que implementar una serie de acciones de política económica que afectaron a los grandes capitales para dar unas cuantas migajas al pueblo y convertirlo así en el pilar de la dictadura, en Guatemala ni siquiera hubo necesidad de dar esas migajas porque las mismas las proporciona el drama de la migración que resultó ser negocio redondo para los poderes fácticos. No tienen que gastar nada en la gente porque, al contrario, hasta la pueden exprimir más y a cambio de eso reciben miles de millones de dólares cada año vía las remesas que les mantienen vivos sus negocios y alientan la economía.
Yo vengo diciendo hace mucho tiempo que vivimos bajo la Dictadura de la Corrupción y si alguna duda podía aún existir, ayer quedó demostrado ese hecho con el manejo que se hizo de la Corte de Constitucionalidad que era el último valladar que tenían los corruptos para el control absoluto de la Patria. Hoy no existe ya ningún mecanismo para contenerlos y, conociéndolos, puedo decir que los abusos del chavismo serán piropo con lo que se viene en Guatemala porque allá ese chavismo es Maduro y aquí enfrentamos a la corrupción que, como dijo la Baldetti cuando fue perseguida, es un monstruo de mil cabezas.