Por NOMAAN MERCHANT, ERIC TUCKER y MARY CLARE JALONICK
WASHINGTON
Agencia AP
La Policía del Capitolio estadounidense está sumida en una grave crisis luego de los recientes ataques contra el recinto legislativo: primero el asalto de una turba del 6 de enero y luego el viernes pasado, cuando un individuo embistió su vehículo contra una barrera protectora.
Uno de los guardias murió en la agresión del viernes y otro resultó herido, mientras que en los sucesos de enero —cuando una turba de seguidores del entonces presidente Donald Trump irrumpió en los predios del Congreso— murió un guardia mientras que otro se suicidó poco después.
Gran cantidad de agentes están considerando jubilarse anticipadamente, algunos comandantes han renunciado y los que se han quedado han sido objeto de duras críticas. Los sucesos de los últimos cuatro meses podrían alterar no sólo el funcionamiento de dicha fuerza policial sino también la norma según la cual el histórico recinto legislativo debe permanecer abierto al público.
El director del sindicato de la Policía del Capitolio reveló que muchos oficiales están «acongojados» tras la muerte del oficial Billy Evans en el ataque del viernes. Evans llevaba 18 años como miembro del cuerpo protector.
Cientos de los oficiales están considerando jubilarse o están buscando empleo en otros sitios, indicó en un comunicado el director del gremio Gus Papathanasiou.
«Siguen trabajando a pesar de que se cierne sobre nosotros una crisis de ánimo y una reducción en las filas», declaró, afirmando que los guardias están siendo obligados a trabajar «una masiva cantidad» de horas extra.
Decenas de los guardias resultaron lastimados en los sucesos del 6 de enero y otros han sido suspendidos mientras sigue la investigación sobre lo ocurrido, incluyendo el incidente en que uno de los oficiales mató a tiros a una mujer de 35 años que trató de entrar a la fuerza por una ventana. Como consecuencia, las filas de la Policía del Capitolio se han reducido: hay más de 200 plazas desocupadas, es decir, un 10% del total.
En los meses desde el asalto al palacio legislativo, muchos oficiales han tenido que trabajar 12 horas seguidas o incluso más. Protegieron al edificio durante la ceremonia de toma de posesión del presidente Joe Biden y luego durante el juicio político a Trump, acusado de instigar la insurrección.
«Esto abre la herida y causa más incertidumbre e inquietud sobre sobre ese cuerpo de seguridad y lo que está ocurriendo en su interior», declaró Tim Ryan, representante demócrata y titular de una comisión que decide el financiamiento de la Policía del Capitolio.
«Creo además que esto se ha vuelto un tema muy personal para muchos de nosotros que amamos y respetamos a la Policía del Capitolio, incluso hoy más que antes, por lo que hicieron el 6 de enero y por inmediatamente seguir trabajando para garantizar la seguridad en la ceremonia de toma de posesión», añadió.