Cualquiera hubiera imaginado que un año después del inicio de la pandemia en Guatemala tendríamos que estar escribiendo del pasado, de lo ocurrido en ese funesto año, concentrándonos en la necesidad de articular la sociedad tan golpeada por la enfermedad, las muertes y la brusca recesión económica, viendo el horizonte ya con algún optimismo. ¡Pero que va! Hoy tenemos que ocuparnos de lo que nos viene, no sólo en términos políticos y del Estado de Derecho, sino respecto al mismo Covid-19 porque nuestras autoridades volvieron a evidenciar el Estado fallido, no sólo con la incapacidad para adquirir vacunas, al menos al ritmo que lo han hecho países vecinos, sino también para administrar las poquísimas que nos han donado y las aún más pocas compradas vía COVAX.
Deberíamos estar comentando ese pasado de dolor y el futuro esperanzador que ya se ve en otros países, pero aquí no es posible porque la preocupación es inmensa ante la incapacidad de generar esa inmunidad de rebaño mediante la vacunación masiva de la población. Con un Presidente médico, aunque no haya ejercido ni vivido de la profesión, cualquiera pensaría que en Salud debiéramos tener lo mejor del equipo de gobierno, pero los palos de ciego que dan con la vacunación y la forma en que la misma es administrada por directores y médicos de los hospitales es una muestra de que la incapacidad y falta de honestidad están regadas por todo el sistema, desde lo más alto en un lamentable derrame hacia abajo.
No nos podemos comparar con Estados Unidos donde solo los fanáticos trumpistas no se vacunarán porque a partir de mayo la vacuna estará disponible para todos, incluyendo los migrantes. Pero duele mucho que estemos muy por debajo de Panamá y Costa Rica, debajo de El Salvador y casi codo a codo con Honduras en el tema de la vacunación, simplemente porque nuestra autoridad no se preocupó por entrar en la puja para comprar vacunas. Aquí la esperanza de ser vacunados es remota y muy incierta, panorama que tras un año de supuesto aprendizaje en el gobierno, resulta de verdad frustrante.