Para hoy el Congreso tiene prevista la elección de los Magistrados titular y suplente de la Corte de Constitucionalidad y la alianza oficialista decidió que será la abogada Dina Ochoa, designada por Jimmy Morales para el período que termina, quien ahora sea electa por el Congreso de la República tomando en cuenta su actuación en la última magistratura, cuando fue fiel a los compromisos adquiridos con el gobierno corrupto de Morales y lo demostró con creces. En otras palabras, la forma en que honró su palabra de anteponer su lealtad a Morales en perjuicio del respeto al verdadero Estado de Derecho, le abre las puertas para que la mayoría de diputados la premie de esa manera.
Dina Ochoa desde la CC no sólo fue pieza clave para someter al país a las instrucciones de Trump sobre el tema de Tercer País Seguro sino que votó sistemáticamente a favor de personajes como Felipe Alejos, Zury Ríos, Conrado Reyes y a favor del gobierno en temas como la CICIG y la pretendida expulsión del Embajador de Suecia. Su historial basta para explicar por qué el oficialismo, urgido de impunidad, la escoge aún pasando por alto a otros aspirantes que también han evidenciado su compromiso profundo con los grupos que han corrompido el Estado y que pretenden dar la batalla final empezando en la misma Corte de Constitucionalidad para, desde allí, asegurar el control de todo el sistema de justicia a efecto de que aquí, nunca más, vuelvan a sufrir sobresaltos que hasta los llevaron a tener que pedir perdón de forma hipócrita, mientras se reagrupaban para luego desdecirse.
Y es la tónica que prevalece en la conformación de la CC en las distintas instancias. En todos lados puntean como favoritos los que se comprometen a ser garantía absoluta de impunidad y eso es gravísimo para cualquier país del mundo, para cualquier sociedad. No puede ser que tengan el cinismo de hablar de atraer inversiones cuando lo que se ofrece es un sistema en el que quien paga más mordida obtiene las mejores concesiones y las mayores oportunidades. Empresarios que se encargan de dar inducción a posibles inversionistas contándoles cómo es que aquí han tenido control de todo, menos de la CC, pero afirmando que eso se acaba a partir de abril cuando desaparezca el último pelo en la sopa.
Tienen su hoja de ruta pero no las tienen aún todas consigo porque saben que su audacia puede ser detonante de reacciones impensadas de un pueblo históricamente paciente que las ha tenido justo cuando menos se esperaba.