Édgar Paz
El 14 de febrero de 1934, a las seis de la mañana y justo cuando en la Ciudad de Guatemala se oían los cañonazos de salva con ocasión de cumplirse el tercer año de la toma de poder del dictador Jorge Ubico, nació en el barrio de El Gallito, en la zona 3 capitalina, Ricardo Rosales Román, quien en la clandestinidad adoptó el seudónimo de Carlos Gonzáles y quien fuera el último Secretario General del Comité Central del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT y miembro de la Comandancia General de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG.
No es muy conocido el hecho de que tras ser electo Secretario General del Partido (lo cual ocurrió en 1974), el compañero Carlos, cada 14 de febrero, en el día de San Valentín y durante varios años, escribía una carta dirigida a la militancia del partido en la que solía hacer una suerte de balance de lo acontecido en el ciclo que se cumplía, pero también trazaba ideas, posibles líneas de acción, delineaba reflexiones que después, con el matiz de miradas diversas, se convertirían en temas de agenda, de discusión o que incluso llegarían a ser acuerdos y resoluciones colectivas.
Algunas de esas cartas fueron publicadas y constan en el periódico Verdad, órgano informativo del Comité Central del PGT. Algunas otras se distribuyeron clandestinamente de distintas maneras y por distintos medios. Es posible que se hayan perdido o sea muy difícil encontrarlas. En mi caso, como militante, llegó un momento en el que advertí esta periodicidad y traté de estar atento al nuevo mensaje, al momento en el que se cumplía la fecha y el documento sería distribuido.
Años después, cuando trabajé directamente con el compañero Carlos, advertí que las cartas habían dado paso a una nueva forma en la que él conmemoraba un año más de vida y lucha. En febrero siempre elaboraba un material en el que desarrollaba temas que consideraba sustantivos en el esfuerzo y qué hacer revolucionarios. Y es por eso que hay manuscritos y documentos personales que abordan temas como el ordenamiento constitucional vigente o la unidad de las fuerzas revolucionarias, los cuales están fechados alrededor del día de San Valentín.
Ahora, a la vuelta de los años y cuando el compañero Carlos hubiera cumplido 87 años, advierto la importancia que tienen esos documentos para entender el trabajo y el esfuerzo del militante comunista que supo combinar la teoría con la práctica revolucionarias y que entendió la importancia de plasmar su pensamiento en documentos y textos que bien valdría la pena que los estudiosos de la historia reciente de Guatemala rastrearan con la intención de sumar a los testimonios, la palabra escrita de quien vivió el momento y buscó entenderlo y luchó por transformarlo.
Me parece, en definitiva, que es fundamental ese trabajo meticuloso de reconstrucción de nuestra memoria histórica para que seamos capaces de leer lo que estaba sucediendo, los elementos con los que se contaba, los esfuerzos teóricos que se realizaban cuando la toma de decisiones eran cruciales y hasta definitivas y ocurrían en contextos específicos.
Hoy hay quien ve e interpreta el pasado con elementos con los que entonces no se disponía y con datos que se obtuvieron a la vuelta de los años, pero que en ese momento no eran visibles para nadie. Y se pueden hacer conclusiones y surgen versiones y hay quien toma posiciones. Hasta es posible que en ese examen se exorcicen rivalidades y confrontaciones políticas. Será importante matizar siempre, buscar puntos de vista y no quedarse con referentes únicos que se dan como legítimos o absolutos. En el camino, seguramente es fundamental buscar la voz documental de quienes ya no están vivos pero que con sus textos pueden ampliar el panorama, para ver los distintos matices y las razones, para entender mejor el caleidoscopio de lo ocurrido y acercarnos más a la verdadera historia reciente de Guatemala.
*Militante del PGT desde 1989 y hasta la disolución del partido.