Por GONZALO SOLANO
QUITO
Agencia AP
Pese a que se han escrutado la mayoría de las actas de votación, aún se desconoce quién se enfrentará al candidato izquierdista Andrés Arauz, delfín del expresidente Rafael Correa, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Ecuador prevista para abril.
De acuerdo con los conteos del Consejo Electoral, Arauz obtenía 32,20% de los votos mientras que Yaku Pérez, postulante del partido de los indígenas, alcanzaba 19,80% y el exbanquero de derecha Guillermo Lasso 19, 60%, cuando se había contabilizado más del 97% de las actas.
Todas las encuestas daban por descontado un balotaje entre Arauz y Lasso, pero ninguna había señalado la posibilidad de que un tercero llegara a posicionarse en los primeros lugares.
El politólogo y analista Jorge Ortiz describió a la AP que el resultado de Pérez «no se explica sólo con el voto indígena ni ecologista; evidentemente hay un componente alto de votación urbana y esa votación es joven. Al voto indígena se sumó un voto urbano joven al que gustaron las propuestas verdes».
En declaraciones a la red de televisión Teleamazonas, Pérez manifestó su agradecimiento al pueblo de Ecuador «que nos apoyó a pesar de que no teníamos recursos económicos y tuvimos que disputar contra dos monstruos» y aclaró que «aunque es apretada la diferencia, sigue siendo diferencia».
El analista y profesor de la universidad Andina, Gustavo Isch, dijo a The Associated Press que «quien ganó no es Arauz, ganó Correa, porque no propuso nada nuevo a lo que Correa manejó cuando era candidato y cuando administró el país durante diez años. La oferta de Arauz es vamos a volver a lo que teníamos con Correa» y recordó que en la campaña el candidato llevaba una maqueta tamaño original del exmandatario con la que se paseó por todo el país.
Añadió que sería más fácil que Pérez le gane a Arauz en segunda vuelta antes que Lasso remonte la situación.
Para ganar en primera vuelta y evitar un balotaje un candidato debe obtener la mitad más uno de los votos válidos o al menos el 40% de los sufragios y una ventaja de 10 puntos sobre su más inmediato rival. Como todo indica que no se han cumplido estos requisitos, los dos primeros se enfrentarán en una segunda vuelta el 11 de abril.
La sombra de Correa, un izquierdista de 57 años gobernó entre 2007 y 2017, sigue gravitando en la política ecuatoriana a pesar de que fue condenado a ocho años de prisión por corrupción y actualmente vive en Bélgica.
En su época el exmandatario gobernó de cerca con Fidel Castro de Cuba, Hugo Chávez de Venezuela, ambos fallecidos, y Cristina Fernández, actual vicepresidenta de Argentina.
Isch advirtió que es preocupante que los indígenas pierdan «ese segundo lugar. Están jugando con fuego y deben tener presente lo que ocurrió en octubre del 2019», cuando una revuelta indígena en contra del alza del precio de los combustibles literalmente sitió al país por 11 días y casi termina con el gobierno de Lenín Moreno.
Durante la jornada electoral del domingo se registraron largas filas de ciudadanos alrededor de los recintos electorales, especialmente en las grandes ciudades, a veces con horas de espera. Los votantes llevaron mascarilla y respetaron el distanciamiento social y las normas sanitarias dispuestos por las autoridades para evitar la acumulación de gente en los recintos electorales.
Ramiro Loza, de 37 años, dijo a la AP que «me resulta indiferente quien gane las elecciones. Estamos acostumbrados a pensar que llega el Mesías a resolvernos la vida y a mí ningún candidato me resuelve nada. Durante la cuarentena mis ingresos se redujeron un 80% y los políticos no me dieron de comer».
Dieciséis candidatos compitieron por suceder a Moreno, un aliado que luego se convirtió en rival de Correa.
El ganador asumirá las riendas del país el 24 de mayo y tendrá que trabajar para sacar a la nación productora de petróleo de una crisis económica profunda que se ha exacerbado por la parálisis productiva y comercial causada por pandemia.
El país de 17 millones de personas ha registrado más de 258.282 casos del nuevo coronavirus y más de 15.000 muertes, según el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos.