Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Los guatemaltecos pudimos saber, por los hechos públicos, que el Presidente que había prometido “no ser un hijo de puta más en la historia de este país” sucumbió ante lo que no debía con tal de sentar en el Congreso de la República a una Junta Directiva plagada de mafias.
Eso fue lo que públicamente conocimos todos, aunque hay personas dentro del movimiento político del mandatario que aseguran que esto empezó en la campaña, como siempre ocurre, cuando se abrió la puerta a candidatos que pagaron por sus lugares y financistas que aportaron a manos llenas con el afán de ver satisfechos sus deseos.
El gobierno de Alejandro Giammattei arrancó sin la voluntad de enfrentar como debía a un sistema con total porosidad que nos pasa factura, cotidianamente, a los guatemaltecos que amanecen todos los días con el afán de trabajar y dar lo mejor de sí. Tuvo la bendición que le quitaron candidatos del camino y que el que compite contra Sandra Torres la tiene “segura”.
Luego vino la pandemia y empezó siendo un desastre porque nos tocaba enfrentarla con un sistema en trapos de cucaracha (esto no era culpa del actual Gobierno) mientras Monroy y algunos en su equipo estaban más preocupados en hacer negocio que en atender la crisis sanitaria. Personeros del mismo Gobierno expresaron acerca de los negocios pero todo quedó en nada para no manchar al régimen.
En el curso creo que se tomaron mejores decisiones que terminaron en la designación de Edwin Asturias y de la ministra Amelia Flores y su equipo, aunque todos sabemos que el problema sistémico persiste y la cultura social de algunos, de no cumplir las reglas, es uno de nuestros grandes problemas. El descuido de diciembre está pasando factura y eso nos está poniendo en complicaciones sanitarias que debemos contener porque si no también tendrá mayores efectos económicos.
La vacuna es necesaria en el país y la excusa que metió Giammattei para sancionar tarde una ley que se aprobó de URGENCIA NACIONAL porque urge, es que andaba en el Interior y no había podido. Una excusa muy burda y en algún momento sabremos la realidad del atraso pero sea cual sea, es una verdadera vergüenza nacional.
Descuida las cosas elementales de la pandemia y no le entra a los temas de fondo del sistema, esos que nos pueden ofrecer un futuro mejor, porque las mafias lo tienen del cogote. No mueve un dedo para que se elijan cortes por el bien de país porque eso fue parte del acuerdo de su mafiosa Junta Directiva del Congreso. Andaba de arriba abajo con la diputada Sofia Hernández a pesar que sabía de los riesgos que la narco política representa en Guatemala.
Ha jugado, hábilmente, con las ambiciones de Consuelo Porras a la que el ofrecimiento de la reelección le ha hecho renovar votos en favor de la impunidad y también la llevó a cometer el error de contratar y proteger a una fiscal con vínculos al narcotráfico.
El presupuesto 2021 que fue aprobado fue consecuencia de los oscuros acuerdos que alcanzó con diputados y por los que él le pidió obras a su ministro y plazas a algunos de sus ministros para que fueran otorgadas y así allanar al camino de la aprobación.
Ahora se centra en liderar los esfuerzos de una Corte de Constitucionalidad (CC) a la medida que saque de clavos a sus aliados, que les asegure impunidad y no extradición cuando sea el caso.
De todos los acuerdos que anunciaron con el vicepresidente Castillo ni uno solo se cumplió porque la gente de Centro de Gobierno fue re ubicada en otros lados a pesar de que fue “cerrado”.
Con esta radiografía, solo el ciudadano con su voz, su mayor involucramiento en los temas del país que inciden de forma directa en la economía, puede inclinar la balanza.