Julio García-Merlos G.

Twitter:@jgarciamerlos

post author

Julio García-Merlos
@jgarciamerlos

Vivimos en una sociedad polarizada y no se trata de un fenómeno ajeno a nuestra historia, ni a las dinámicas que se viven a nivel mundial con el auge del populismo y el deterioro de la calidad democrática en varios países del hemisferio occidental. En el caso guatemalteco son pocas las causas que logran unirnos, vienen a mi mente la forma en la que nos volcamos a ayudar a afectados por desastres naturales y los esfuerzos sociales en la lucha contra la desnutrición a pesar de los precarios resultados del gobierno en esta materia.

Hoy quiero poner sobre la mesa otro tema que debería unirnos, la preocupación por la presencia cada vez más grande de personas con relaciones con el crimen organizado en las instituciones del Estado. La semana pasada hicieron noticia la captura de dos hermanos de diputadas de la Unión del Cambio Nacional -UCN- con acusaciones relacionadas con narcotráfico. Esta situación no resulta extraña tomando en cuenta que el fundador del partido fue sentenciado en Estados Unidos por cargos relacionados con tráfico de drogas.

A pesar de todo esto, este partido sigue teniendo la segunda bancada más grande en el Congreso de la República y es el principal aliado del partido oficial. Estos diputados en unas semanas elegirán a un magistrado titular y uno suplente de la Corte de Constitucionalidad, y cuando se alineen los astros, elegirán magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de las Salas de Apelaciones.

Considero que estamos en un punto en el que todavía es posible retornar y no dejar el control del gobierno en manos de personas con vínculos criminales y sin el más mínimo sentido de responsabilidad política. Tenemos dos caminos, seguir el ejemplo de la Colombia de finales del siglo pasado, una sociedad en la que jueces, fiscales, políticos y ciudadanía se unieron para no dejar que los carteles del narcotráfico controlaran la totalidad del Estado o tomar una deriva como la de Honduras, en la que funcionarios del más alto nivel -incluyendo al Presidente de la República- tienen serias acusaciones de narcotráfico por parte del gobierno de los Estados Unidos.

Si queremos una verdadera República y no un narcoestado, el cambio debe venir de nosotros los guatemaltecos. En este proceso nuestra participación será fundamental, no podemos depender de la tutela del norte y/o comunidad internacional, sino tomar responsabilidad por la institucionalidad que construimos y el país que les vamos a heredar a nuestros hijos.

Hoy afrontamos una lucha por la decencia en la que debemos participar todos los ciudadanos, se deben generar espacios de diálogo, de debates serios y de altura, con el fin de definir una agenda nacional que todos los guatemaltecos tengamos como objetivo a alcanzar. Mientras sigamos como un barco a la deriva, sin rumbo fijo, ni liderazgos sanos y capaces, estos espacios son ocupados por personas y grupos con sus propias agendas e intereses. Conciudadano, si usted empieza a involucrarse en los temas nacionales, con pequeñas acciones puede generar un cambio, para empezar, es importante que nos enteremos de los temas nacionales, tener una opinión informada le ayudará a pasar de la protesta a la propuesta.

Artículo anteriorBiden y el reto de corregir el rumbo
Artículo siguienteLa “dignidad del poder”