Adrian Zapata

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Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Por: Adrián Zapata

Hay que reconocer lo difícil que ha sido gobernar durante el año 2020, enfrentando una realidad que nadie previó y ante la cual no había experiencia. La sorpresa fue mundial. Y a nosotros, como país, nos ha tocado afrontarla en condiciones dramáticas, dados los grandes rezagos que tenemos en términos de pobreza, desnutrición, educación, salud, exclusión, desigualdad, debilidad fiscal e institucional, al punto de tener una ficción de Estado, el cual, en gran medida, está cooptado por estructuras político criminales.

La lucha contra la corrupción y la impunidad nos polarizó y ganaron la batalla, no la guerra, quienes se benefician de estos fenómenos perversos. El poder imperial, componente esencial de eso que llamamos en Guatemala “comunidad internacional”, le dio la espalda a la CICIG y ésta se desplomó. Los importantes avances obtenidos se revirtieron, al punto que los poderes criminales han logrado avanzar más allá de donde estaban antes de la llegada de dicha Comisión.

La alternancia en el poder oxigenó momentáneamente el clima político nacional. Y es que cada vez que ésta se produce en un régimen democrático, se abre una coyuntura de oportunidad para lograr acuerdos que permitan mejorar la gobernanza y, por consiguiente, tener una mayor eficacia en el ejercicio gubernamental. Pero en el 2020 está oportunidad fue desperdiciada y lo que se produjo fue al revés, un incremento de la polarización, alcanzando inclusive a la cabeza del gobierno.

A la tragedia de la pandemia se sumó la que produjo los fenómenos climáticos Eta e Iota. Su impacto en los territorios rurales, donde habita casi la mitad de los guatemaltecos y la gran mayoría de la inmensa cantidad de pobres, fue terrible. Los efectos más graves sin duda se observarán en las próximas semanas porque el alimento será escaso en el área rural, situación que coincidirá con un muy probable pico en la nueva ola de Covid.

Así comenzamos el 2021. Sin embargo, hay una variante muy importante, cual es la política imperial bipartidista hacia el “triángulo norte” de Centroamérica que se restablece y se ejecutará por la nueva administración presidida por Biden. El Estado guatemalteco cooptado por los poderes criminales no es funcional a los intereses de “seguridad nacional” (lo nacional incluye al mundo, no digamos a su “patio trasero”) de los Estados Unidos. De igual manera, el espíritu del intento fallido de la Alianza por la Prosperidad que encabezó Biden cuando fue Vicepresidente vuelve a la palestra, con lo cual el tema de la migración se abordaría tanto desde la perspectiva represiva (controles migratorios, repatriación, etc.), como intentando ir más a fondo, a las causas estructurales de ese migración, relacionadas precisamente con la pobreza, el hambre, la inseguridad y la exclusión, especialmente en los territorios expulsores de migrantes, que son básicamente rurales y mayoritariamente indígenas.

En este escenario, los ciudadanos continuamos presenciando una disputa entre el Presidente y el Vicepresidente en incremento, a pesar del montaje que hicieron hace algunas semanas, donde falsamente anunciaban el fin de esta contradicción. El Presidente ha dado ya suficientes muestras de que no hay tal acuerdo y que él seguirá marginando al Vicepresidente, con lo cual concentra el poder en sus manos y las de sus aliados, muchos de ellos señalados como vinculados a las estructuras político criminales.

Giammattei debería rectificar. Su personalidad autoritaria y emocional no favorece una gestión que promueva los consensos que el país necesita. Si ni siquiera es capaz de trabajar con su segundo al mando, menos aún podrá ser el representante de la unidad nacional.

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