JOSÉ ROBERTO ALEJOS CÁMBARA
Tanto en temas personales como en lo nacional, puedo afirmar que el 2019 no fue un buen año, el gobierno de Jimmy Morales dejó un mal sabor, y eso nos hizo esperar y recibir el 2020 con muchas expectativas e ilusiones de cambio.
Hay muchos motivos por los cuales no soy del agrado del presidente Alejandro Giammattei; uno de ellos es no haberle conseguido a su familia una cita con el comisionado Carlos Castresana (excomisionado de la CICIG) cuando estaba siendo juzgado por el caso Pavorreal. Recuerdo que el 14 a las 14, cuando asumió el cargo, durante entrevista en directo desde el Parque Central, le aconsejé no comprar votos para tener el dominio del Congreso de la República porque eso se pagaría caro; hoy, lo estamos pagando caro y eso es un motivo para decir: Yo no olvido el Año Viejo.
El 15 de marzo falleció la primera persona por Covid-19; una semana antes se había declarado el Estado de Calamidad y a partir del 21 se suscitaron los toques de queda, una disposición que no se vivía desde el conflicto armado. Siguieron los cierres de fronteras, las restricciones al transporte pesado, circulación por número de placas, prohibiciones de movilidad entre municipios, y decenas de amas de casa enloqueciendo por dotarse de provisiones en mercados y supermercados, todas estas disposiciones fueron componentes de una etapa de miedo, definitivamente se puede decir: Yo no olvido el Año Viejo.
La pandemia, bajo el monopolio estatal, se hizo acompañar de la corrupción y la falta de trasparencia, temas que creímos recién habían quedado atrás. Se tuvo un presupuesto ampliado con una deuda impresionante, un plan de contingencia que incluyó bono laboral, ayuda económica a través del recibo de energía eléctrica, apoyo a la economía informal a través de listados municipales, pero, hay que admitirlo: el plan no funcionó, y ante esto podemos decir: Yo no olvido el Año Viejo.
Giammattei pasó de ser un héroe de conferencias diarias, a ser señalado y cuestionado por no saber -o no querer- explicar cuál fue el destino del dinero destinado a la contingencia. El 2020 tuvo un Congreso que no pudo legislar ni elegir a Cortes; tuvo un organismo judicial que se acomodó a los planes legislativos para elegir a la próxima Corte de Constitucionalidad (CC).
El año termina y deja enfrentados al presidente Giammattei y el vicepresidente Castillo lo que motivó que este último revelara debilidades y anomalías sobre el quehacer presidencial para luego anunciar, en conjunto, una supuesta “unidad” con el fin de apaciguar las protestas sociales que intencionalmente fueron desprestigiadas con la finalidad de contrarrestar la demanda de renuncia del mandatario, y termina el año con una crisis económica nacional con las peores estadísticas de la historia, aunque los sectores económicos y financieros no lo admitan pero, muchos no olvidamos el Año Viejo.
Hay que empezar el 2021 conscientes de la realidad, pero seguros que, como en otras crisis, hemos salido adelante gracias a una población unida, solidaria, valiente y, ante todo, creyente y de buena fe. Hoy más que nunca Guatemala necesita de cada uno de sus habitantes, porque solo caminando y participando avanzaremos; sin esa voluntad podríamos empeorar y sabemos que eso no puede ser así.