Arlena Cifuentes

Lo que previmos que sucedería semanas atrás se está haciendo realidad y cada día con mayor furia producto de “autoridades” incapaces de lidiar de manera equilibrada con los intereses del empresariado y la protección de la vida de los guatemaltecos. Estamos tan sólo iniciando la escalda de la segunda “ola” de la propagación del coronavirus la coyuntura en la que se está desarrollando hará más fácil su propagación.
Ni al “intento de gobierno” actual ni a la gran mayoría de la población importa la preservación de la vida. Se sigue poniendo en riesgo la vida de los demás. Qué pasa con el gremio médico que en su gran mayoría permanece en sus puestos exponiéndose al contagio día a día obligados en su mayoría por la necesidad de contar con un ingreso seguro. No hay dinero que pague la vida de un médico, ni salario que lo compense; así como, su cansancio y agotamiento además de muchas otras limitaciones y sacrificios que ellos mismos deben imponerse para evitar contagiar a sus familiares. El Colegio de Médicos –que permanece como espectador- debiese hacer un llamado a sus agremiados para que llegado el momento asuman posturas drásticas, si la población ha tomado la decisión de contagiarse que lo siga haciendo fijando la postura de no ofrendar sus vidas en un marco del desgobierno. Esta manera de actuar nos retrata muy bien, como lo que somos, una sociedad desafiante y rebelde –buena para transgredir las reglas y sin el menor sentido común- por un lado y por otro, evidenciando como consecuencia de la ausencia de la más mínima información por parte de quienes están a cargo de la salud, el desconocimiento sobre la forma en que el Covid-19 se está propagando. Los encargados de la salud tienen la harta obligación de proveer a la población en general un adecuado acceso a la información preventiva; así como de su evolución diaria a través de una comprensión accesible iniciando con los más vulnerables. La información sobre esta nueva avalancha de la infección debió haberse iniciado tiempo atrás lo que confirma la completa despreocupación de las mal llamadas autoridades.
Las cifras que refleja la famosa tabla –la cual nunca veo, pues hacerlo me convierte en marioneta- están fuera de toda realidad como siempre lo han estado, lo terrible es que ella oculta la realidad y traslada números manipulados de infectados y muertes haciendo prevalecer el número de “recuperados” que las eficientes autoridades de salud obtienen diariamente. El engaño ha contribuido grandemente a que la población ilusa incremente su comportamiento irresponsable.
Hay mucho que decir en torno a la inacción del gobierno y al alboroto de la población en general. Impresiona la aglomeración de clientes tanto en restaurantes como en cafeterías. Lo mismo se observa en mercados; así como la circulación vehicular que ha aumentando ostensiblemente nadie mide consecuencias. En mi vecindario sufrimos hace dos noches un desvelo obligado debido a una gran celebración que nos mantuvo despiertos hasta las tres de la mañana, curiosamente la música correspondía a los 70 y 80, estas se suceden por doquier. ¿En dónde está el gobierno? Se vive y respira un desgobierno.
Hay alarma a nivel mundial por lo que se están adoptando medidas, únicamente en Guatemala no es necesario hacerlo, se ha sugerido “cerrar el mundo” que es lo que desde mi punto de vista procede. Por otra parte sabemos ya de la existencia de una segunda cepa más agresiva que la primera llamada: Variante 501.V2 o SARS-COV-2.
Ante la inacción gubernamental el incremento del contagio del virus será vertiginoso no nos perdamos en echar culpas equivocadas, la pérdida de vidas es y será responsabilidad de Giammattei por su inacción.
Escuchemos la desesperación con la que ambulancias y bomberos se abren paso entre el cúmulo de conductores que obstaculizan, ellos también ofrendan sus vidas.

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