La paradoja del título de la película Back to the Future, que fue muy popular en los años ochenta, implicaba que después de un viaje al pasado el protagonista volvía a un futuro que se encontraba exactamente igual a como él lo había dejado y, tristemente, ese pareciera ser el rumbo que como país llevamos para cuando, al fin, superemos la crisis sanitaria y económica que provocó la pandemia que tanto daño ha hecho, pues estamos en ruta de volver a la “normalidad” tal y como la dejamos ya que no se vislumbran posibilidades de cambio por la forma efectiva en que opera la Dictadura de la Corrupción en el control de las distintas instituciones y del mismos ordenamiento legal.
Ni siquiera la evidencia de que la corrupción hizo estragos en el sistema de salud del país y costó varias vidas nos hace entender la imperiosa necesidad de acabar con los negocios que son el principal objetivo y fin del Estado y de sus operadores. No digamos el entender cómo hasta en el manejo de la pandemia vuelve a surgir el efecto de la disparidad que existe en nuestra sociedad porque aunque ha alcanzado a gente de todos los estratos, ha hecho mayores estragos en quienes carecen del acceso a opciones confiables y efectivas de salud.
La principal esperanza que ahora se tiene está en el papel que empieza a jugar la gente luego de que los diputados dieron una insolente muestra de su prepotencia con la asquerosa aprobación de un presupuesto diseñado para incrementar el saqueo de los fondos públicos luego de una componenda entre ellos y el Ejecutivo para repartirse un enorme pastel, dejando a la población totalmente fuera de la jugada porque el destino de los ciudadanos es lo que menos interesa a quienes ejercen el poder político y económico, ambos totalmente concertados para seguir la fiesta,
Hoy por hoy podemos percibir, como lo demostraron ayer los diputados que hasta cínicamente dijeron que hay que esperar a que manoseen la integración de la CC para facilitar la elección de los magistrados de la impunidad, que hay absoluta certeza entre los largos de que todo les está saliendo a pedir de boca y que pese a la Plaza y a los problemas internacionales que se les puedan venir, podrán hacerle ganas tal y como lo hizo el incapaz de Jimmy Morales que no sólo pudo seguir robando sino que, además, acabó con la lucha contra la corrupción.
Pero si la historia sirve para aprender lecciones, hay que recordar que igual de arrogante que ellos estaba “don” Manuel Estrada Cabrera luego de la pandemia de la llamada Gripe Española y del terremoto, sin imaginar que ese pueblo sumiso y obediente que agachaba la cabeza ante sus desplantes y desmanes, empezaba a hartarse de él, al punto de que terminó por levantarse para mandarlo a la punta de un cuerno y terminar con la dictadura que se había soportado por 22 años. La actual Dictadura de la Corrupción que empezó tibiamente y sin sacar todas las uñas desde los tiempos de Cerezo, se ha descarado desde hace también décadas y se consolidó y fortaleció en los últimos cuatro gobiernos.
Ojalá tuviéramos un aire con remolino para no volver al mismo futuro, sino plantarnos para acabar con los vicios y las lacras.