Por: Adrián Zapata
A finales de Octubre, la CEPAL tuvo su 38º período de sesiones y en él aprobó el planteamiento “Una recuperación Transformadora con igualdad y sostenibilidad”.
Afirma que “Los problemas estructurales que enfrenta la economía mundial se observan en tres ámbitos, con dinámicas propias pero interrelacionadas: el lento y más inestable crecimiento del producto y del comercio mundial, el rápido aumento de la desigualdad en las principales economías del mundo, y la destrucción del medio ambiente y el cambio climático. La pandemia aceleró lo que la mayor parte de los analistas ya percibía como un cambio de época.”. Plantea la necesidad de “… cambiar el estilo de desarrollo por otro más igualitario, que desacople el crecimiento de la destrucción del ambiente y cierre las brechas internas y externas de ingreso y productividad.”.
Se reconoce el fracaso del modelo de desarrollo vigente en América Latina y el Caribe, evidenciado con la pandemia y, en el caso de Centroamérica, con los recientes fenómenos ambientales. Igualdad y sostenibilidad ambiental son los dos elementos que no se pueden ya dejar de lado al plantearse avanzar en el necesario crecimiento económico.
De igual manera, en reciente reunión realizada entre el Secretario General de la ONU y todos los Presidentes de los países que conforman el SICA, acompañados por el Secretario General de esa institución, así como por la Secretaria General de CEPAL, hubo coincidencia sobre la necesidad de avanzar en la dirección planteada por dicha Comisión y en la prioridad mundial que tiene Centroamérica a partir de los impactos dramáticos que causaron las tormentas Eta e Iota.
Ese es el contexto en el cual nos encontramos ahora. La “superación” de la disputa entre el Presidente y el Vicepresidente, contribuye a crear un escenario político favorable para planificar e implementar en Guatemala una “recuperación transformadora”. Se entiende perfectamente que la superación de esa disputa no es el elemento fundamental en esta crisis política, ni es la principal preocupación de la gente. La problemática es mucho más profunda que una disputa palaciega.
Pero el acuerdo de ellos, a partir de que el Presidente aceptó las peticiones del Vicepresidente, puede abrir una ventana de oportunidad para lo acá planteado.
Es urgente una concertación nacional alrededor de esa recuperación transformadora. Pensar sólo en paliativos coyunturales y en volver a la perversa normalidad que nos tiene al borde de la convulsión social y de ser un Estado fallido sería una tremenda irresponsabilidad histórica.
No nos puede pasar lo mismo que en el año 2015, donde “la plaza” sirvió para darle sustento social a una salida a la crisis que sólo favoreció los intereses de los sectores conservadores y los corruptos. Los grandes empresarios y el poder imperial no deben ahora impulsar, desde su indudable rol determinante de la dinámica política nacional, una salida del mismo tipo.
Y es que ahora, la meritoria indignación clasemediera y urbana se produce en medio de una ascendente movilización social que expresa la indignación de los pueblos indígenas y de los campesinos.
El dilema es, si buscamos salidas coyunturales pensando sólo en la “gobernabilidad” o queremos una recuperación transformadora de la realidad estructural. Un justo equilibrio es necesario. Las soluciones coyunturales, sin duda urgentes y necesarias, deben abrir camino a las que aborden los problemas estructurales.