Arlena Cifuentes
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La presencia de la población –me gustaría poder decir “la presencia de la ciudadanía”- exigiendo vetar el presupuesto que los taimados diputados en alianza con el ejecutivo pretendían aprobar (la disolución del centro de gobierno también es un logro) obtuvo frutos positivos atribuibles, desde mi punto de vista, a una convocatoria bien organizada con mucha difusión y que generó la credibilidad suficiente para que la población respondiera como lo hizo. La confianza, la transparencia, la representatividad de quienes convocan son aspectos importantes a tener en cuenta en futuras convocatorias además de que en esta ocasión se fundamentó en un hecho coyuntural fuera de todo límite.

Estoy convencida de que los actos vandálicos cometidos por un grupo de infiltrados sirvió de justificación al ministerio de gobernación para reprimir con violencia a quienes manifestaban pacíficamente lo que amedrentó e influyó en la disminución de la presencia de la gente en la plaza durante los últimos dos sábados; así también, las convocatorias fueron realizadas con menor difusión. Otro aspecto, talvez el más importante del éxito de la primera convocatoria fue que se hizo sobre un único objetivo qué logró generar el rechazo y la indignación del pueblo. Las protestas deben continuar a partir de convocatorias desideologizadas que provengan de diferentes sectores, con agendas claras, sin objetivos ocultos, de fácil comprensión para toda la población y que podrían aprovecharse para generar un punto de partida en la formación ciudadana. Hoy más que nunca es necesario continuar auditando el accionar de estos entes corruptos que conforman el débil estado guatemalteco.

Lamentablemente la época navideña y el fin de año influirán en que el esfuerzo se diluya. Hemos visto como el pasado fin de semana la asistencia se redujo respondiendo a una convocatoria universitaria.

Reitero, el primer sábado fue muy alentadora la respuesta de un número significativo de habitantes a quienes seguramente movió la indignación de las atrocidades cometidas reiterativamente en el Congreso mismas que se habían venido realizando y que rebalsaron el vaso a pesar de la indiferencia y apatía del pueblo. Abusos traducidos en componendas entre el ejecutivo, el legislativo, el judicial y el ministerio público –las minúsculas son a propósito-.

Ha quedado demostrado, una vez más, que la movilización social es la única herramienta efectiva que los guatemaltecos tenemos para hacernos escuchar. Hasta que no interioricemos esto, seguiremos siendo objeto de toda clase de atropellos por parte de los gobiernos de turno y sus aliados.

Y es que la ausencia de liderazgo y ciudadanía se hacen sentir en todos los ámbitos de nuestra vida con el inconveniente de que los verdaderos líderes no se hacen con varita mágica, ni de la noche a la mañana. Se requiere de algunos dones naturales que se maman en el hogar. Con ello me refiero a los valores que DEBEN caracterizar a un líder: la probidad, el valor para enfrentar personajes y decir lo que tiene que ser dicho sin miedo, la responsabilidad, el amor a la búsqueda de lo “justo” y el rechazo tajante a todo aquello que le sea contrario. Además de estar exento de todo interés particular y saber apartar del camino a todo aquel que estorbe a la consecución de los objetivos que hayan sido trazados. Saber disentir es necesario ya que con tristeza veo como grupos cuyo fin es loable no admiten el disenso. Un esfuerzo en cuyo seno no se diciente no vale la pena, esta muerto. La incondicionalidad no es la mejor aliada, esto por mencionar algunos rasgos del buen líder.

Los cambios recientemente anunciados como consecuencia de la presión en la Plaza deberán ser de fondo y no únicamente cosméticos que no tengan como fin acallar las voces del pueblo. El que hacer político no partidista nos compete a todos.

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