Por RAF CASERT y JILL LAWLESS
BRUSELAS
Agencia AP
Uno de los días más intensos en las prolongadas negociaciones comerciales del Brexit comenzó hoy sin noticias de progresos. Gran Bretaña y la Unión Europea parecían seguir estancados en los mismos asuntos que habían trabado las conversaciones durante meses.
El negociador jefe de la Unión Europea para el Brexit, Michel Barnier, celebró una sesión informativa con embajadores de los 27 miembros del bloque para determinar si aún es posible llegar a un acuerdo con Londres antes de la fecha límite del 1 de enero, aunque no tenía noticias de avances.
El mensaje de Barnier fue «muy pesimista», dijo el ministro irlandés de Exteriores, Simon Coveney.
«Yo diría que es muy negativo, y obviamente muy prudente sobre la posibilidad de hacer progresos hoy», dijo Coveney a la televisora irlandesa RTE.
El primer ministro británico, Boris Johnson, tendría por la tarde su segunda llamada telefónica en apenas 48 horas con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para decidir si renuncian a un acuerdo, lo que podría costar cientos de miles de empleos en ambos lados y trastocar durante años el comercio a través del Canal de la Mancha.
«Las dificultades persisten» en torno a la supervisión legal de cualquier acuerdo comercial y de las normas de competencia que tendría que cumplir Gran Bretaña para poder exportar a la UE, indicó un funcionario de un país de la UE. Aunque hay indicio de progresos en materia de pesca, señaló, sigue habiendo mucho trabajo por hacer en ese campo.
El ministro británico de Exteriores, James Cleverly, admitió que había pocos cambios pese a la urgencia de la situación.
«Sí, el tiempo está ajustado, sí, podríamos llegar al plazo límite, en efecto podría ser que no consigamos el acuerdo. Pero creo que un acuerdo es posible y seguiremos trabajando hasta conseguirlo», dijo.
Aunque Gran Bretaña salió de la UE el 31 de enero, sigue dentro del mercado único libre de aranceles y en la unión aduanera hasta final de año. Conseguir un acuerdo antes garantizaría que no se imponen aranceles y cuotas de mercado sobre las exportaciones e importaciones en ambos sentidos, aunque aún habría costes técnicos, asociados en parte a controles aduaneros y barreras sobre los servicios.
En su reunión de primera hora con embajadores de la UE, Barnier enfrentó a algunos representantes preocupados, porque ya se haya cedido demasiado terreno a Londres. Si las conversaciones continúan después del lunes, se acercarán a una cumbre europea de dos días, que comienza el jueves y en la que la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, jugarán un papel clave
Alemania quiere un acuerdo en parte porque su enorme industria automotriz siempre ha encontrado un mercado de exportaciones en Gran Bretaña. Francia, a la que Gran Bretaña ve como el «poli malo» en las negociaciones, ha liderado las demandas de que las empresas británicas deben cumplir las normas estándares medioambientales y sociales de la UE si quieren exportar al lucrativo mercado de 450 millones de personas. París también está muy interesada en preservar el derecho de sus pescadores a faenar en aguas británicas.
Gran Bretaña, miembro de la UE desde 1973 y que también está ligada a la mayoría de naciones europeas como socia de la OTAN, quiere librarse de las normas comunitarias que cree socavan su soberanía y constriñen la libre iniciativa.
El asunto de la pesca, un tema políticamente sensible, también sigue siendo importante. La UE ha reclamado un amplio acceso a los caladeros británicos, que en el pasado se han abierto a flotas extranjeras. Pero en Gran Bretaña, el control de los caladeros fue un tema crucial para los partidarios del Brexit que consiguieron que el país abandonara la UE.
Aunque tanto Bruselas como Londres dicen que quieren un acuerdo, la confianza y la buena voluntad han sufrido tras meses de difíciles negociaciones.
En otra complicación añadida, el gobierno de Johnson tenía previsto retomar el lunes una iniciativa legislativa que rompe el acuerdo lealmente vinculante del Brexit alcanzado el año pasado con la UE.
El gobierno británico admite que la Ley de Mercado Interno incumple el derecho internacional. La propuesta ha sido condenada por la UE; el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, y decenas de legisladores británicos, incluidos muchos del Partido Conservador de Johnson.
La Cámara de los Lores, la cámara alta del Parlamento Británico, eliminó el mes pasado las cláusulas que infringían el derecho internacional, pero el gobierno de Johnson intentará reintroducirlas el lunes.
Gran Bretaña afirma que la ley, que daría poder al gobierno para ignorar partes del acuerdo de salida de la UE relativas al comercio con Irlanda del Norte, es necesario como «garantía» para proteger la circulación de mercancías dentro de Reino Unido en caso de un Brexit sin acuerdo. La UE ve el texto como un ejemplo de mala fe que puede poner en peligro el acuerdo de paz de Irlanda del Norte.
El gobierno británico tenía previsto presentar el miércoles una Ley de Impuestos que contiene más medidas en esa línea, y que enojaría aún más a la UE.
Los estados miembros tienen que autorizar de forma unánime cualquier acuerdo comercial y el acuerdo aún tiene que votarse en el Parlamento Europeo, trámites que forzarían el proceso hasta el último momento, el 31 de diciembre.
Ambas partes sufrirían daños económicos si no hay acuerdo, aunque la mayoría de los economistas creen que la economía británica sufriría más, al menos en el corto plazo, ya que es relativamente más dependiente del comercio con la UE que al revés.