Gladys Monterroso
“La verdad que libera a los hombres suele ser la verdad que los hombres prefieren no escuchar.” Zygmunt Bauman
La población salió a las calles a mostrar su desacuerdo con las políticas de las instituciones del Estado, después de más de seis meses de encierros, toques de queda, con una pandemia que está ahí, que sigue avanzando día con día, una crisis económica proveniente de la pandemia que aqueja al mundo entero, pasamos de un mundo presencial a un mundo virtual, en el que perdimos intimidad en aras de reinventarnos, la gota que rebasó el vaso de agua fue la aprobación de un presupuesto desfinanciado.
Aunque al guatemalteco común, no le ha importado el presupuesto de la nación a través de x cantidad de años, durante la semana pasada llegó el momento en que no pudo más, y de tajo comprendió lo que significa la Deuda Pública, el impacto de la misma en la sociedad de un país, y la significación microeconómica de la misma, derivado de lo anterior, sumado a un año atípico, llegando en algunos hogares a convertirse en patético el sábado 21, participando en una manifestación pacífica, fueron lanzados por la policía gases lacrimógenos, que no solamente fueron lanzados contra los supuestos manifestantes que quemaron parte del Congreso, y menciono supuestos porque todos quedaron libres por falta de mérito, lo que significa que el MP no presentó pruebas suficientes contra sus personas, estos gases lacrimógenos fueron utilizados en la época de los ochenta y noventa para reprimir a la población que se oponía a las acciones gubernamentales.
El sábado 21, fueron lanzados gases también a la población que manifestaba de forma pacífica, en la Plaza Central, y de ahí surgen los daños colaterales, ya que dos jóvenes fueron víctimas de sendas explosiones cerca de su cara, por lo que uno de los dos sufrió también fracturas en el pómulo, mientras el jefe de cirugía maxilofacial del Hospital Roosevelt, declaró que las lesiones causadas habían sido producto de una bomba, es la la Fiscalía de Delitos Administrativos la encargada de investigar los hechos, cuando no se cometió ningún hecho administrativo, se lanzaron bombas contra familias completas que manifestaban pacíficamente.
El derecho de manifestación se encuentra consagrado en la Constitución, y aunque a veces en lo individual nos sintamos afectamos, debe prevalecer el interés general sobre el particular, el haber lanzado bombas lacrimógenas contra población pacifica es un delito, y se debe actuar tanto contra los autores intelectuales como los materiales.
Derivado del ejercicio de un derecho reconocido internacionalmente, dos hombres jóvenes han perdido un ojo cada uno, situación que los marcará de por vida, porque un ojo no se recupera, sin embargo, este hecho de sangre no amilanó a la familia de uno de los dos, que se presentó el sábado 28 al completo, ya no solamente a manifestar en favor de las consignas populares, lo hacen ya como una lucha personal, por lo sucedido a su familiar.
Cada guatemalteco tiene su propia opinión sobre el deber ser de las actuales manifestaciones, lo que si es un sentir popular, es que existe una gran decepción generalizada derivado de la muerte de seres queridos, de vivir encerrados durante tanto tiempo, de ver y sentir mermada la economía familiar y personal, del pánico de ser el próximo en enfermar, sin saber como cada cuerpo va a reaccionar, es tan joven el virus, que hasta que no tengamos la enfermedad no vamos a saber si la sobreviremos o no, sumado esto a dos huracanes, más pobreza, y no encontrar la respuesta esperada de ninguno de los poderes del Estado, hasta el ser más pacifico llega a su límite, por lo que las manifestaciones no solamente son un grito de auxilio, son una forma de expresar un sentimiento popular.
Lo dramático de esta situación son las víctimas colaterales, como ser detenidos y pasarse en la carceleta buena parte del tiempo en espera que el Juez los escuchara, pero lo peor es sufrir en carne propia daños que perduraran por siempre.
Se hace por demás necesario una investigación a fondo, y que los responsables sean quienes sean enfrenten la justicia y reciban la condena que corresponda, aunque eso no devolverá a los jóvenes sus ojos, se sentará un precedente contra toda arbitrariedad.
El límite entre la defensa y la agresión debe ser conocido por quien defiende a la población.
licgla@yahoo.es