Alfonso Mata
En nuestro medio, seguimos ignorando esfuerzos en la lucha solidaria contra la pandemia. Para empezar, no se observa reorientaron política ni privada para informar y compartir con el vecindario las iniciativas y otras muchas acciones vecinales y de redes de solidaridad vecinal, para combatir la COVID19 y tampoco para mejorar el día a día de las personas. No hay nada que sirva de ejemplo.
En cualquier pandemia, la acción comunitaria es la base de experiencias para la dinamización de las relaciones de cooperación entre las personas de una comunidad, con el fin de mantener o mejorar el bienestar y controlar la epidemia. En estos momentos, no existe ni el interés ni el liderazgo para promover el desarrollo y la construcción de lo que denominamos salud comunitaria: expresión colectiva de la salud individual y grupal en una comunidad con unas determinadas características individuales, familiares, del medio social, político, económico, cultural y ambiental. Todo ello brilla por su ausencia.
Pretendemos enfatizar que sin la participación comunitaria la lucha contra esta epidemia y cualquiera, es inútil. Y una vez más, como en otras ocasiones, se pone de manifiesto el poco interés gubernamental, la poca importancia que tiene para la salud pública comprender las aportaciones creativas de las comunidades, utilizando sus habilidades y aprovechando los talentos del vecindario para afrontar los retos de la vida cotidiana que provoca el COVI-19. ¿Qué es lo que observamos en cambio? cuán poco robusta, solidaria y conectada es nuestra sociedad, y qué poca capacidad tiene su capital social de fomentar o proteger la salud.
Hundirnos en consumir miedos, temor e ignorancia o coproducir nuestro propio bienestar juntos, es el reto. Ante la pandemia, actual, hemos cedido a la tentación de desdibujar todo: personas, instituciones la misma existencia de la pandemia. Nos olvidamos del mundo real. La gente contaminada por un virus, o con miedo a ser contaminada, tiene sus propias formas de vivir, la mayoría poco saludables y originadas del entorno, de la cultura o de la vida cotidiana. En situaciones de emergencia como la actual, no ha surgido la solidaridad y no se han creado nuevas redes de colaboración frente a un objetivo común, que refuerzan la acción comunitaria y el apoyo entre personas de barrios y pueblos para preservar la salud comunitaria.
Lo colectivo y la participación tienen efecto sobre el empoderamiento de la población y sobre el manejo de las condiciones de vida. La participación de la comunidad en forma de resultados en salud, es clave en el establecimiento de prioridades para impulsar la mejora de la atención sanitaria. Las intervenciones desde el sector salud que utilizan la participación de la comunidad, se benefician del aprendizaje contextualizado, las relaciones de confianza en la organización y el enfoque de la salud equitativo y basado en los derechos y en la optimización de las intervenciones de salud pública. La dinamización de las relaciones y redes, puede ser de gran importancia para disminuir la transmisión del virus al contribuir a la comunicación, haciendo accesible el conocimiento, detectando necesidades y promoviendo mecanismos de cooperación. La conexión de los colectivos vecinales con los recursos profesionales es el único proceso multiplicador de la efectividad de la promoción de la salud en estos momentos.