Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

La Revolución fue interrumpida en 1954. Seis años después, sin embargo, oficiales jóvenes del ejército se levantaron en armas contra el régimen entreguista y corrupto de Ydígoras, contando con el apoyo, según creían, de jefes de bases militares y la Embajada de Estados Unidos. Puro espejismo; al producirse el alzamiento esos apoyos se desvanecieron y el grupo subversivo debió buscar refugio en la Sierra de las Minas. Mucho ha cambiado en los sesenta años transcurridos, incluidos treintaiséis años de conflicto armado interno y veinticuatro de ilusión de “paz firme y duradera”. Resaltamos cambios en lo militar: el espionaje interno ha hecho casi imposible que se produzca sedición al interior de las fuerzas armadas; los altos oficiales, en vez de críticos de la corrupción desenfrenada de Pérez, Jimmy y Giammattei y del entreguismo de estos dos últimos a Trump, han pasado a disfrutar de la piñata del Estado, y seducen a sus subalternos con la promesa de que, oportunamente, llegarán a gozar de los mismo privilegios; claramente el ejército ha pasado a ser el protector de las elites gobernantes, siempre dispuesto a atacar a los sectores que se les contraponen.

El levantamiento de 1960 fue sorpresivo para la población civil, que no había entendido aún la importancia de derrocar al régimen. Fue un movimiento nacionalista, que recogió los valores de la Revolución del 20 de Octubre de 1944. Las inclinaciones socialistas atribuidas después a algunos de sus líderes no fueron motivación esencial de las acciones, sino que se desarrollaron después, particularmente cuando, junto a obreros y campesinos sensibilizados, jóvenes universitarios y secundarios que participaron en las jornadas de marzo y abril de 1962 se sumaron en la montaña, al ser reprimido el estallido socio-político contra el régimen. Al no fructificar la lucha democrática, fue clave para la revolución guatemalteca que existiese ya un grupo armado, a partir del cual se organizaron posteriormente varias de las organizaciones guerrilleras. La respuesta de la gente revolucionaria a las guerrillas no fue masiva, bajo la duda de si Guatemala contaba con las condiciones necesarias para la revolución armada. De hecho, las acciones guerrilleras de los años 60 fueron reprimidas brutalmente, al punto que se tuvo que abandonar la Sierra de las Minas y rediseñar las estrategias insurgentes. En los años 70, durante los gobiernos de los generales (Arana, Laugerud y Lucas) fue resurgiendo la lucha armada, que coexistió con la lucha democrática, con el desarrollo de partidos políticos social demócratas y la democracia cristiana y movimientos sociales -la USAC, sindicatos y organizaciones campesinas. La acumulación de esa energía revolucionaria hizo factible buscar el poder, con Manuel Colom Argueta, Alberto Fuentes Mohr y varios más; pero Washington, los grandes ricos y las fuerzas armadas recurrieron a brutal represión y asesinato de los líderes. Ante la violencia, los sectores democráticos, diezmados y perseguidos, debieron apoyarse en las organizaciones político-militares que convergieron en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca.

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