Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
@BermejoGt
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Es conocimiento tradicional que Corea del Sur y Taiwán deben su desarrollo a una correcta estrategia de impulsar el sector privado hacia un modelo exportador que resultó exitoso, que inicialmente empezó en sectores de maquila y manufactura ligera para luego extenderse por lecciones aprendidas y por una mano de obra calificada a industrias de mayor tecnología. Por ello, un país como Corea del Sur que vaticinó el General Douglas McArthur “…no tenía futuro. Este país no se recupera sino en 100 años” y que Vengalil Menon de las Naciones Unidas aseveró que “…viven en la Edad Media…” y “…¿Cómo una flor puede crecer en un basurero? pasó de una nación pobre a una economía pujante al lado de los países desarrollados.
Ahora bien, la correcta apuesta por un modelo exportador no explica el boom del crecimiento de Corea del Sur y Taiwán según el famoso economista Dani Rodrik. Este punto lo hace Rodrik en su ensayo “Getting Interventions Right: How South Korea and Taiwan Grew Rich” de 1994. En este ensayo Rodrik explica que el crecimiento del PIB y de las exportaciones en realidad no fue liderado por un exitoso ciclo virtuoso en las exportaciones que llevó aumentar estas en los 1960´s y 1970´s sino a un crecimiento de la inversión interna que luego contribuyó a ese crecimiento. Según Rodrik este crecimiento sostenido de la economía y a la vez de la inversión interna tuvo unos “factores iniciales” que la hicieron posible.
¿Cuáles son los factores iniciales? Rodrik argumenta que ambos países, aun cuando eran bastante pobres en términos PIB per cápita, en realidad tenían indicadores sociales a la par de países desarrollados en cuanto a la educación de su gente y una clase media fuerte. Rodrik hace énfasis en que las políticas de “reforma agraria” lideradas por EEUU bajo el General McArthur, de corte capitalista, sirvieron para preparar el terreno para una creciente y homogénea clase media que, aunque pobre, permitió que se tuviera una alta escolaridad y niveles educativos mucho más altos, al no involucrar a los hijos en la economía familiar. Rodrik le atañe a estas “condiciones iniciales” más del 90% del factor contributivo al crecimiento del PIB en los años 1960´s y 1970´s debido al alto nivel de inversión que se sostuvo. Algo que no menciona Rodrik en su ensayo es el fuerte movimiento de desarrollo rural en Corea del Sur promovido por Park “Saemaul Undong” que, según algunos economistas en los 1970´s en un período de 7-10 años aumentó la productividad agrícola en un 70% a la vez que ayudó a crear una economía agrícola importante y a reducir las tensiones sociales entre las áreas urbanas y rurales. Adicionalmente a esto, Rodrik sostiene que el gobierno de ambos países hizo una buena labor de “coordinación” de la actividad económica que con intervenciones focalizadas dirigió el sector privado hacia actividades que tuvieron éxito en el mercado internacional.
¿Qué lecciones podemos obtener de Corea del Sur y Taiwán? Pues varias. Pudiera analizarse lo que hizo bien Corea del Sur y Taiwán en sus fuertes movimientos de desarrollo rural para mejorar la economía familiar agraria, cuestión que ahora pareciera imposible tratar en nuestro sistema político. Adicionalmente, se puede aprender que un país sin mano de obra educada y calificada es vital para crecer un país y por ello es importante una “cruzada” para la educación de nuestra población. Contrario a Corea del Sur y Taiwán, como una reforma agraria en Guatemala es regresiva y políticamente inviable, pudiera en su lugar promoverse un plan nacional de inversión de construcción de infraestructura masivo de carreteras con peaje, infraestructura sanitaria y agua potable, de puertos y aeropuertos para conectar el interior del país con los centros urbanos y los mercados internacionales, y proveerle a la población, una participación accionaria “en el desarrollo del país”, directamente o indirectamente a través de un vehículo de propósito especial, a un fondo soberano que impulse el esfuerzo de construir la infraestructura en este país. Este fondo invitando a la iniciativa privada y la inversión extranjera para que pueda participar en “vehículos de propósito especial”, pudiera “coordinar” por medio de alianzas pública-privadas la inversión que tanto necesita Guatemala en infraestructura. Una inteligente estrategia de privatización “democrática” pudiera matar dos pájaros de un tiro, crear las “condiciones iniciales” que permitieron los milagros de Corea del Sur y Taiwán y a la vez, promover el “boom” de inversión nacional que los catapultó en los 1960´s y 1970´s.