Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Cuidar a nuestros seres queridos es una práctica que requiere esfuerzo y entrega por la persona que lo realiza. El cuidado de nuestros padres y de nuestros enfermos crónicos puede llegar a ser una tarea muy desgastante para quien la realiza.
Cuidado es la acción de cuidar, es decir preservar, guardar, conservar, asistir a otra persona con la finalidad de incrementar su bienestar y evitar que sufra algún daño. Cuidar significa proporcionar amor, manifestar gratitud, una manera de ser recíproco, una conducta altruista, el ejercicio de un deber moral o de lo que se considera como una obligación, entre otros significados.
El cuidador da a la persona que cuida, atenciones, alimentación, vestido, medicamentos y procura que la vida de esta persona que depende de él o ella, sea más agradable. Pero, las demandas de quien cuida pueden ser muy altas y también el estado de salud integral muy empobrecido. Y esto contribuye a que el cuidador pueda sufrir desgaste en su propia salud, tanto física como mental y en la calidad de vida que desea y necesita.
Existen trabajos de investigación que muestran repercusiones negativas para los cuidadores. Y se observa que las consecuencias más importantes se refieren al malestar emocional y al aparecimiento de una mayor frecuencia de ansiedad y depresión. Aunque también se han descrito repercusiones importantes en la salud física y aumento en el aislamiento social. Ahora en el transcurso de la pandemia, ese aislamiento social se ha incrementado en tanto a mayores medidas tomadas para evitar contagios. Es importante, que el cuidado de un familiar enfermo de manera crónica, sea considerado como una responsabilidad que atañe a toda la familia y no solo a un miembro específico de esta. Con el fin de evitar el menoscabo de la salud de las personas cuidadoras. Y que estas también tengan suficiente espacio para cuidar de sí mismas y realizarse en su vida.
Entre algunos de los sentimientos descritos que suelen acompañar a la persona cuidadora son: enojo, soledad, culpa, miedo, tristeza, autocompasión.
También es necesario el soporte externo e intercambio de turnos para la persona cuidadora. No solamente por su propia salud, sino para evitar manifestaciones agresivas que puedan ser dirigidas contra la persona que depende de ella. Esto como expresión de la afección emocional producto del desgaste de la labor que ejecuta al cuidar al otro.