Raúl Molina
Las elecciones en Estados Unidos tienen un impacto directo sobre Guatemala, por lo que no podemos ignorarlas ni dejar de orientar el voto de ciudadanos estadounidenses de origen guatemalteco. Sin percibirlo, el proceso electoral que eligió a Eisenhower significó el corte de la Primavera Democrática en Guatemala, en 1954, y el inicio de la pesadilla represiva a inicios de la “Guerra Fría”. Aunque tanto Republicanos como Demócratas optaron por la intensificación de acciones contrarrevolucionarias como parte de la ofensiva estadounidense, cada elección Republicana produjo una caída más profunda en la barbarie de las “guerras sucias” encargadas a las tiranías de derecha. Durante este largo período, Guatemala sufrió la represión estatal, con el pleno conocimiento y apoyo del gobierno estadounidense, distinguiéndose en la región latinoamericana por la práctica de la desaparición forzada; la no existencia de “presos políticos”, al ser ejecutadas extrajudicialmente las personas señaladas como “enemigos del Estado”; y el genocidio contra el Pueblo Maya. Éste se dio con el aval de Reagan en Estados Unidos. Históricamente, los Republicanos han marginado y discriminado a la América Morena.
Lo anteriormente descrito, con eventuales altibajos, ha sido una tendencia constante a lo largo de los pasados seis decenios. Las elecciones de noviembre presentan una posibilidad aún más oscura, luego de sufrir durante los recientes tres años las acciones más inhumanas de este siglo en contra de nuestro país y sus migrantes. Se estima en tres millones la población de compatriotas en EE.UU., de los cuales apenas un bajo porcentaje podrá votar. Insto a que todos ellos y ellas voten, porque creo que, sabiendo lo que es la alternativa Republicana, votarán en su contra, no solamente para presidente, sino que también para Congreso y otros cargos. ¿Qué representaría la continuidad de Trump para Guatemala? Simplemente, la profundización de la tragedia que recién se nos ha impuesto: Trump mantuvo a Jimmy Morales y cuatreros en sus cargos, a cambio de acentuar la condición de “colonia bananera”, y es quien da su respaldo a Giammattei, a cambio de la obscena lealtad de éste a Washington; todos los programas y medidas de su administración hacia el Sur han sido concebidos para tener niveles más altos de represión de la migración no regular, en variantes de “guerra sucia”, que se haría más violenta de seguir él en el gobierno; y, además, la desarticulación de las estructuras y prácticas democráticas en EE.UU. tendrá un impacto negativo contundente para las comunidades marginadas y bajo asedio, incluidas las de personas guatemaltecas, con o sin residencia. Y no se contentará Trump con cerrar la frontera, concluir el muro y perseguir migrantes del Sur de forma brutal; se prepara mediante programas en territorio mesoamericano a desatar violencia contra las comunidades que originan migrantes, estén o no regularizados. Bajo los efectos de su enfermedad mental, su odio al migrante pobre y moreno que llega desde el Sur, ha deshumanizado y criminalizado a las personas y comunidades que migran. Para él, somos “enemigos de Estado”.