Edith González
Hace una semana se estrenó en línea la película, dirigida por Juan Manuel Méndez, El Apostolado. La misma muestra como la mujer es objeto de acoso en los buses, la calle, el trabajo … una situación que no es nueva en nuestro país, ni en cualquier otro alrededor del planeta.
El acoso a las mujeres por parte de sus pares, va desde la idea de que la mujer debe ser protegida por ellos, y entonces la celan, vigilan y controla. En muchas ocasiones le prohíben trabajar para evitar que sea vista o vea a otros hombres, la llevan y traen para controlar a donde va y con quién se encuentra. Claro todo es porque quieren cuidarla. Pero también buscan controlar como se visten y comportan. Así hemos sabido de muchos asesinatos y violaciones
Porque ese control lleva al hombre a sentirse dueño y poderoso y considera que puede tomarla cuando y como quiera. Lo que hace un depredador sexual. Un abusador, un violador. Porque la violación no tiene que ver con el afecto o el amor. La violación sexual es un acto de poder, Poder sobre las hijas, las alumnas, las pacientes. O sea sobre mujeres vulnerables sobre las que pueden marcar su poder.
Prensa Libre.( domingo 20), publicó una nota titulada “ Historias de abuso invaden París”. Relata como 4 mujeres iniciaron un movimiento para protestar por el abuso sexual y el feminicidio, empapelaron una pared con un rótulo: “ Dijiste que me amabas, pero aún así fue violación.” El grupo Les Colleuses” o “Las Engomadoreas” al que se le han unido docenas de mujeres busca que sus mensajes “irrumpan en la vida cotidiana, que es donde sucede la violencia. Además de empoderar a las mujeres y permitirles cambiar su relación con el mundo, con los otros y con la calle. Lástima que los nombres que se exhiben son de posibles mujeres abusadas y no de los abusadores.
Por años, décadas y generaciones la creencia ha sido transmitida a las mujeres, deben ser dóciles, sumisas, obedientes y serviles. Deben atender a los hermanos, padres, abuelos, tíos …porque ellas son mujeres débiles y ellos sabrán cuidar de ellas. Pero eso no es gratis.
Y por supuesto si llegan a casarse, la situación no cambia sólo se complica para ellas. Ahora deberán cocinar, limpiar, atender la casa cuidar a los hijos “que el marido le regale” y esperarle con su comida caliente cuando llegue luego de emborracharse o visitar a la otra, claro sin preguntar ni protestar, porque eso sería altanería. Y eso un hombre no puede ni debe aceptarlo.
Ayer el tribunal de Sentencia Penal de Delitos de Feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer, del Quiché condenó a 62 años de prisión a Jacinto Brito Raymundo por los delitos de feminicidio y violación contra Juana Raymundo Rivera (Diario la Hora) Bien por el juez, un violador menos en las calles.
Juana era una enfermera auxiliar, una mujer productiva para la sociedad. Tenía un trabajo “decente”. Sin embargo fue violada y asesinada por un conocido quien además arrojó su cuerpo al río cual basura.
Los violadores se aprovechan de la vulnerabilidad de las mujeres, niñas o adultas, hijas alumnas o pacientes, verdad doctor Mario Fredy Figueroa Castañeda.