Por DIEGO DELGADO
ALMOLOYA DE JUÁREZ, México
Agencia AP
La población carcelaria en México se ha infectado de coronavirus a una tasa más alta que el resto del país y las restricciones de actividades y confinamientos por la pandemia han reducido sus ya limitados contactos con el mundo exterior.
Sin embargo, un grupo de internas en una prisión al oeste de la Ciudad de México se han beneficiado, pues en medio del confinamiento numerosos profesionales con tiempo disponible están donando clases por internet.
Debido al cierre de escuelas, México continúa teniendo problemas con la educación a distancia. El gobierno decidió que se impartan clases por televisión este año porque muchos estudiantes no tienen computadora ni internet.
Sin embargo, las reclusas en el penal de Santiaguito han descubierto un nuevo mundo tomando clases en línea; un número mayor de chefs, escritores y otros profesionales a los que habría sido difícil acudir a una prisión debido a los complejos filtros de seguridad, ahora están dando clases por internet a las internas. Esta cárcel de mujeres se ubica en Almoloya de Juárez, cerca de una prisión de máxima seguridad para hombres, de donde se escapó el jefe narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán por un túnel en 2015.
Tatiana Ortiz Monasterio creó hace dos años la Fundación «Plan B», una organización sin fines de lucro para traer un taller de costura, una biblioteca y clases a las reclusas. Sin embargo, ese primer esfuerzo resultó principalmente en un proyecto para hacer decoraciones para fiestas infantiles con hule espuma.
Sin embargo, como dejó de haber fiestas infantiles por la pandemia –y las reclusas advierten que tendrán dificultades para su reinserción social cuando recuperen su libertad– el proyecto tuvo que pasar a otro nivel. Afortunadamente durante la pandemia muchos profesionales en activo han tenido tiempo disponible y el deseo de colaborar, en especial si no hay necesidad de desplazarse o ingresar en una zona de alto riesgo, como una prisión.
«La pandemia nos cayó como anillo al dedo, porque fue un momento en donde pudimos realizar esta idea tan grande que teníamos y tan lejana», dijo Ortiz Monasterio. Se logró tener un salón con internet en la prisión, no sólo con una pantalla sino con conexión en vivo, agregó.
«Invitamos a algún escritor, algún actor, algún chef, alguien que les pudiera dejar algo lindo adentro de su mente y su corazón para que los hiciera ser mejores personas», afirmó Ortiz Monasterio. «Y un poco como reforzar o reforzar, más bien impulsar una educación que quizá no habían tenido jamás», agregó.
La Fundación Plan B tuvo la idea de crear una página web con el lema «Dona 1 hora» y se han recibido unas 10.000 respuestas con ofrecimientos para dar clases.
Quienes ofrecieron su aportación fueron no sólo famosas chefs, empresarias, motivadoras y entrenadoras. La página web también busca reclutar a jardineros, carpinteros y fabricantes de ropa.
Las prisiones estatales y federales de México, donde se encuentran unos 220.000 internos e internas, habían registrado hasta mediados de agosto 2.139 casos confirmados de coronavirus, una tasa de infección tres veces mayor a la de la población general y unos 190 fallecimientos, alrededor del doble del promedio nacional confirmado.
Las prisiones restringieron las visitas a la población carcelaria en un intento para reducir los contagios de coronavirus, situación que ha hecho que estas personas tengan más tiempo aprovechable. Silvia López Herrera, de 58 años, no ha visto a su familia desde el comienzo de la pandemia.
Es mejor que no vengan, afirmó López Herrera. «Es bueno para nosotros, para nuestra salud, porque, por ejemplo, a mí mi familia no ha venido a verme».
La pandemia podría ser el peor de los tiempos para las reclusas.
«Pues la economía ahorita con la pandemia está muy difícil y para mí aprender todos los días estos talleres me sirve bastante», afirmó Lopez Herrera, quien ha cumplido la mitad de su sentencia de 24 años de cárcel. Ella es una de las 350 reclusas en la prisión de Santiaguito.
De la población carcelaria en México, unas 10.000 son mujeres, y las mujeres figuran entre las principales donadoras para Plan B a la fecha.
«Se forma una sororidad, es decir, un acto de solidaridad y apoyo femenino brutal, divino, que tú lees los correos y los videos que mandan y son una belleza», dijo Ortiz Monasterio.
«A mí realmente me parece sensacional», afirmó López Herrera en referencia a las clases en línea. «Primero, porque hay tantas personas de verdad que se acuerdan de nosotras que estamos aquí recluidas y eso me hace sentir que no estoy sola».
«Aprendo desde literatura a escribir un poema; aprendo a sacar mis emociones», afirmó. «Veo que está motivando a formar un proyecto de vida… te impulsa, hace que pierdas tus miedos».
Manuel Palma Rangel, subsecretario de Control Penitenciario en el Estado de México, dijo que el programa conocido como «Video Academia Penitenciaria» es un ejemplo a seguir y que debería ser ampliado a las 22 prisiones del estado.