Por DAVID RISING
BERLÍN
Agencia AP
El presidente de Alemania condenó hoy el intento de ultraderechistas de irrumpir en la sede del Parlamento y acusó de cómplices a otros activistas que vieron el suceso y se quedaron de brazos cruzados.
Cientos de personas, escindidas de una marcha mayor en protesta contra las restricciones por el coronavirus, penetraron el cordón de seguridad alrededor del Reichstag el sábado, aunque eventualmente fueron expulsados por la policía.
En la protesta algunos de los derechistas ondearon la bandera de Reich de 1871-1918 —un emblema popular entre derechistas de un país donde los símbolos nazis están prohibidos— y otros símbolos nacionalistas.
Es el mismo edificio que se alzó en llamas en 1933, en un incendio que historiadores opinan fue provocado intencionalmente por los nazis a fin de justificar una represión generalizada. Hoy en día es la sede del Parlamento alemán.
El presidente Frank-Walter Steinmeier declaró que las imágenes vistas el fin de semana «justificadamente asustan y asombran a mucha gente».
«Los violentos disturbios del sábado son una nueva muestra de que el extremismo de ultraderecha tiene profundas raíces en nuestra sociedad», expresó Steinmeier tras reunirse con tres policías que lograron resistir la embestida de los derechistas hasta la llegada de refuerzos.
«Es un grave peligro y es una tarea importante y continua desenmascarar a estas redes bien temprano para poder combatirlas eficazmente», añadió.
Si bien decenas de miles de personas protestaron contra las medidas profilácticas el sábado, en general son un porcentaje ínfimo de la población nacional.
Según las encuestas, apenas el 10% de la población se opone a las medidas de sanidad como la obligación de portar mascarillas en tiendas, en el transporte público y en edificios públicos como escuelas y bibliotecas.
Steinmeier aclaró que la gente tiene derecho a protestar pacíficamente contra las medidas, pero advirtió que no deben dejarse manipular por los sectores de extrema derecha.