Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Jorge Santos

El maestro poeta Luís de Lión como si conociera al maestro carpintero Florentín Gudiel escribió un verso en su Poema para mañana lo siguiente: “ebanista, barnizador de muebles, albañil, sin cuyas manos es imposible que Nueva York sea la ciudad de los rascacielos.” Una verdad de los hombres y mujeres que construyen futuros posibles, esa es la vida y la historia de las y los defensores de derechos humanos.

Florentín maestro, carpintero, padre, abuelo, catequista, revolucionario, defensor de derechos humanos, encarnó en vida la lucha de la mayoría de la población por alcanzar vida digna y plena. El 20 de diciembre de 2004 Florentín Gudiel fue asesinado a sus 74 años. La vida, trabajo y lucha de Florentín Gudiel se caracterizó por la labor en materia de defensa de los derechos humanos, particularmente en la promoción de los derechos colectivos de los Pueblos.

El asesinato del maestro obrero sigue impune, sin embargo en el año 2014, luego de búsqueda de justicia en el país, la Corte Interamericana de Derechos Humanos -CorteIDH- resolvió condenar al Estado de Guatemala por violación de los derechos humanos, por no cumplir con la obligación de procurar justicia y garantizar el derecho de organización del defensor. En dicha resolución, la CorteIDH hace propia una solicitud de la familia del defensor Florentín Gudiel que consistía en obligar a que el Estado de Guatemala, desarrolle una Política Pública de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos. Esta solicitud de la familia Gudiel fue realizada como un mecanismo de reparación por el asesinato de Florentín, pero también como una garantía de no repetición de tan terrible hecho.

A 6 años de la resolución de la CorteIDH y a 16 años del asesinato de Florentin Gudiel el Estado de Guatemala, no sólo sigue sin garantizar el derecho humano al acceso a la justicia, sino que persiste en su condición de represor, violento y sostener así, a través de ese clima de violencia los privilegios de un pequeño segmento de la población. La Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos de Guatemala (UDEFEGUA) reporte que durante el primer semestre de este año, había registrado 677 agresiones contra personas defensoras de derechos humanos, dentro de las cuales, documentó 10 asesinatos. Cabe señalar que este cifra representa un crecimiento del 173% en relación al año pasado.

Criminalización, amenazas, intimidaciones, actos de vigilancia, discurso de odio, desalojos extrajudiciales y asesinatos son parte de las agresiones que hoy sufren personas, organizaciones y comunidades defensoras de derechos humanos y de esa cuenta es que existe la imperativa necesidad que el Estado de Guatemala construya una política pública de protección. Muy contrario a lo que sucede actualmente, si el Estado diera cumplimiento fiel a la resolución del caso de defensor y otros contra Guatemala, tendríamos democracia y una senda llena de posibilidades de construcción hacia el futuro, donde la vida digna, plena y con garantías de derechos humanos para toda la población fuese una condición cotidiana.

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