Factor Méndez Doninelli
En homenaje y solidaridad con la Brigada de Médicos Cubanos, con el pueblo y el Gobierno de Cuba, en reconocimiento a sus principios internacionalistas y humanitarios.
En medio de la pandemia de la covid-19 que azota a la humanidad, las condiciones de vida de millones de personas se agravan y quebrantan sus derechos humanos de segunda generación, los económicos, sociales y culturales.
Esto ocurre en Guatemala, donde tal situación avanza y deteriora el precario contexto de miles de familias sobretodo del área rural, de pueblos indígenas, quienes sobreviven en el límite de la adversidad, entre la pobreza y pobreza extrema, mal nutridos, sin acceso a servicios básicos de salud, educación, agua potable, energía eléctrica o transporte. Dichas familias sufren angustia e intranquilidad permanentes, en muchos casos se desarrollan por la inseguridad, la represión, criminalización y judicialización que el Estado implanta para contener las luchas y reivindicaciones por el derecho a la vida, el acceso a la tierra y la defensa del territorio.
Antes de la pandemia esas condiciones ya existían, son históricas predominan desde hace más de quinientos años, desde cuando los invasores europeos llegados de ultramar invadieron el territorio americano. Mediante el uso de la fuerza, con violencia excesiva cometieron genocidio, sometieron a los pueblos originarios, despojaron la tierra y territorios a sus habitantes.
Las élites coloniales de entonces y la réplica neo colonialista de ahora -con excepciones históricas- actúan en contubernio con el ejército, utilizan a sus lacayunos, siervos y testaferros de siempre, para dominar y sostener el ejercicio del Poder Público, promueven la corrupción en los sectores público y privado con el único propósito de satisfacer y proteger sus intereses particulares. A estas élites, jamás les interesa el bien común o el desarrollo sostenible de la población.
Las élites neo colonialistas, neo liberales y corruptas de ahora, herederas del pasado plagado de infamias, crímenes y despojos se sienten gozosos de que en Guatemala todavía existan personas analfabetas, que millones padezcan de hambre, que uno de cada dos niños menores de cinco años sufra desnutrición crónica o aguda, que haya un déficit de viviendas dignas, que los indicadores socio económicos de la población son los más bajos de América Latina, que la pobreza progrese y que las violencias estructurales como siempre, sigan apaleando a los sectores sociales vulnerables, niñas, niños, jóvenes, mujeres, pueblos indígenas, campesinos, trabajadores asalariados.
Así es en Guatemala, los corruptos progresan cooptando al Estado y sus instituciones, en tanto la democracia se debilita, se cierran los espacios de participación y la ciudadanía sigue adormecida, paralizada, confinada por el terror a la pandemia, un terror implantado por las mismas autoridades que quieren a la población sorda, muda, dócil, que agache la cabeza, no estorbe, no exija, no proteste.
Mientras tanto las élites y sus lacayunos, siervos fieles de la presidencia imperial obedecen la consigna de aislar a Cuba, de congelar los vínculos comerciales y diplomáticos con la isla caribeña, esto incluye no renovar el convenio de cooperación con la Brigada de Médicos que desde 1998 atienden en el país a los más necesitados, a los marginados y excluidos, a las poblaciones vulnerables de las áreas rurales más apartadas, las que siguen siendo olvidadas por el Estado y adonde médicos nacionales se niegan a prestar atención.
Los corruptos prosperan porque la población tolera a los ladrones e impunes, nos quieren paralizados y amordazados. ¿Te arrodillarás?