Por JILL LAWLESS
EDINBURGO, Escocia
Agencia AP
Hay consenso en que el devastador brote de la pandemia en Gran Bretaña fue combatido con un liderazgo firme y efectivo. Pero no el del primer ministro Boris Johnson.
Mientras Johnson parecía dar pasos en falso, marchas y contramarchas, la gobernante escocesa Nicola Sturgeon fue muy elogiada por su respuesta sobria a la crisis y por su discurso franco.
El contraste entre la actitud serena y concisa de Sturgeon y los tropiezos y la incoherencia de Johnson está dando impulso al deseo de independencia de Gran Bretaña de numerosos escoceses, incluido el gobierno nacionalista de Sturgeon.
El tema parecía resuelto cuando un 55% del electorado se opuso a la secesión en un referendo del 2014. Pero tras la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y la llegada del COVID-19, «hay indicios de que pilares de esta unión están cambiando» de parecer, expresó Tom Devine, profesor emérito de historia de la Universidad de Edinburgo.
Devine opina que el gobierno de Sturgeon «demostró que puede manejar la peor catástrofe desde la Segunda Guerra Mundial. Y esto puede hacer pensar a mucha gente que tenía dudas acerca si votar por ‘sí’ o por ‘no’ (en el referendo) que realmente están en condiciones de gobernar».
Encuestas recientes dan sustento a esa impresión.
«Por primera vez las encuestas indican que, durante un período sostenido, quienes apoyan la independencia superan en número a quien se oponen», dijo John Curtice, profesor de política de la Universidad de Straghclyde.
Una razón de ello es Brexit, la separación británica de la UE. Ese divorcio causó malestar entre muchos escoceses, que en el 2016 votaron a favor de permanecer en el bloque.
A esto se suma ahora la pandemia, con el fuerte contraste entre las respuestas de Sturgeon y de Johnson.
Las cuatro partes del Reino Unido –Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte– impusieron una cuarentena en marzo. Pero Sturgeon se mostró más cautelosa que Johnson a la hora de levantarla y mantuvo cerrados por más tiempo bares y restaurantes, al tiempo que pedía a la gente que se tomase su tiempo para reanudar viajes y contactos sociales.
Sturgeon brinda conferencias de prensa varias veces a la semana –algo que el gobierno de Johnson dejó de hacer en junio– y a menudo se la ve en público con un tapabocas de tartán (una tela escocesa), en un gesto que transmite prudencia y patriotismo.
«Creo que está haciendo las cosas muy bien», comentó Pamela McGregor, quien administra un pub en Edinburgo, la capital de Escocia. «Se maneja con mucha calma y de una forma muy respetuosa».
Curtice dijo que Sturgeon había sido «mucho más honesta» que Johnson al hablar de las penurias asociadas con la pandemia.
«El gobierno británico está muy a la defensiva, es renuente a admitir errores», señaló. «Y Boris insiste mucho en la postura de que hay que volver al trabajo porque es bueno para la economía».
El gobierno de Johnson fue estremecido al comienzo del brote cuando tanto él como el secretario de salud Matt Hancock contrajeron el virus. Johnson pasó tres noches en una unidad de cuidados intensivos. Su gobierno ha dado grandes giros en relación con el uso de barbijos y la orden de cuarentenas para quienes llegan del exterior.
La confianza del público en el gobierno se resintió cuando Johnson no tomó medidas contra un colaborador suyo, Dominic Cummings, que violó las reglas de la cuarentena y manejó 400 kilómetros (250 millas) hasta la casa de sus padres. Cuando la secretaria de salud de Escocia Catherine Calderwood violó su propia recomendación de no ir a su segunda casa, renunció en cuestión de horas.
Algunas de las diferencias entre los dos gobiernos son de estilo más que de fondo. Escocia cometió los mismos errores que el Reino Unido al comienzo de la pandemia, sobre todo en relación con la protección de los residentes en geriátricos, donde falleció mucha gente.
Ramsay Jones, quien fuera asesor del exprimer ministro David Cameron, dice que Sturgeon es una astuta comunicadora pero que su respuesta al coronavirus es básicamente la misma que la del Reino Unido.
«¿Ha hecho algo realmente diferente? No», expresó. «El auto que presentan en la feria brilla más, luce más bonito. Pero si levantas la capota, es igual».
En mayo habrá elecciones parlamentarias en Escocia y si el Partido Nacional Escocés de Sturgeon logra la mayoría, como se espera, es probable que ella convoque un nuevo referendo sobre la independencia. Pero el referendo necesita el visto bueno del Reino Unido y Johnson dice que no lo dará. Pocos esperan que la cautelosa Sturgeon imite a los separatistas catalanes, que programaron un referendo sin la aprobación del gobierno español.
Antes de convocar un referendo, por otro lado, los independentistas tendrían que convencer a la gente de que hay buenas perspectivas económicas, algo que no será sencillo por el impacto de la pandemia en la economía mundial.
«En estos momentos solo pienso en la pandemia y en sobrevivir a este período», dijo McGregor, quien hace poco reabrió su pequeño bar. «Me encantaría que seamos independientes, pero tal vez este no sea el momento».