Por: Mynor Carrera Mejía1

Clemente Marroquín Rojas fue un abogado y notario jalapaneco que empleó todas sus habilidades para dedicarse al periodismo. Las letras y su pensamiento crítico lo cristalizaron como uno de los periodistas más destacados de la Guatemala del siglo XX. Lo amaban y lo odiaban. En todo caso, la educación recibida en diversos centros educativos, de los cuales fue expulsado de algunos de ellos, convirtieron al joven jalapaneco en una verdadera voz de denuncia. Como ser humano, en algunos casos, también fueron cuestionadas sus opiniones, muchas de ellas polémicas. Pero nadie se salvaba de sus ojos. La lucha de las letras y de su pensamiento fue su constante. Este 12 de agosto estaría cumpliendo sus 123 años.

Clemente Marroquín Rojas es uno de los jóvenes destacados de la llamada Generación de 1920. Como joven y proveniente del interior del país, se relacionó codo a codo con los capitalinos y los centroamericanos que residían en la Nueva Guatemala de la Asunción y que además, estudiaban en la Universidad de San Carlos de Guatemala. A ellos les tocó lidiar con el gobierno de los 22 años de Manuel Estrada Cabrera. A Marroquín Rojas me lo imagino corriendo de un lado a otro, siempre vigoroso, luchador y líder juvenil, además, muy bueno para los enfrentamientos físicos. Entre otros, fue compañero solidario de los sancarlistas destacados en la Generación de 1920. Entre otros, vivió hazañas junto a Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura en 1967. También compartió con David Vela, Joaquín Barnoya, Epaminondas Quintana, Carlos Fletes Sáenz, José Luis Balcárcel, Alfredo Valle Calvo, Ramón Aceña Durán y decenas de compañeros más.

Marroquín Rojas vino a la capital a concluir sus estudios de bachillerato. Los viajes eran increíbles. De acuerdo a crónicas periodísticas, llegar a Jalapa o venir de esta población a la capital, tomaba 3 días por dirección. Salían de la ciudad de Jalapa y con mucho esfuerzo arribaban a Palencia. De allí hacia la Nueva Guatemala de la Asunción. En sus memorias explica que debían cruzar ríos caudalosos, especialmente en época de lluvia. Se tenían que cuidar de maleantes que encontraban en el camino. Eran viajes largos, dormían donde la noche los sorprendía. Venía con productos jalapanecos para ofrecer en la capital y a su vez, compraban lo necesario para llevar de regreso a Jalapa, así podían ofrecer a clientes en pequeñas pulperías.

Jalapa era la ciudad bella de agradable clima, bosques impresionantes y un poblado de cultura ladina, rodeado de culturas indígenas milenarias, pocomames y xincas. Jalapa la bella era polvorienta, algunas calles empedradas. Cuando el Ferrocarril del Norte fue inaugurado en 1908, Jalapa tuvo su propia estación, llamada Estación Jalapa, de pronto, el caballo de hierro permitió que de 72 horas para llegar a la capital, ahora solo tomaba 24. De la capital salía el tren a las 7 de la mañana, llegando a la Estación Jalapa a las 10 o 10:30. De allí había que subir la montaña hasta llegar a la aldea Los Cerritos, contiguo a Sansare; posteriormente se continuaba contiguo al río caminando hasta llegar a la ciudad de Jalapa.

En Jalapa llamaba la atención su imponente Comandancia de Armas, un edificio militar de finales del siglo XIX y que la mala cabeza humana, en lugar de restaurarlo luego del terremoto de 1976, lo demolieron. Lo único que ahora se levanta es una parte vetusta que sirve de cárcel de hombres. Hasta su útil reloj que anunciaba la hora a la población, de gran tamaño, fue hurtado y desaparecido. Jalapa era un pueblo que perteneció al corregimiento de Chiquimula de la Sierra y que recién el 24 de noviembre de 1873, Justo Rufino Barrios lo declaró departamento. Jalapa siempre fue importante por la cantidad de población con la que contaba en sus pueblos indígenas para contribuir con los repartimientos, en pocas palabras, tenía muchos tributarios.

Jalapa siguió siendo un poblado añorado. En 1773, luego de los terremotos de Santa Marta que destruyeron Santiago de Guatemala, se pensó en sus valles para trasladar la Nueva Guatemala. No obstante, los estudios esgrimieron que no contaba con suficiente caudal de agua. La verdad era que quedaba muy distante. Al salvarse de ser la capital, Jalapa siguió conservando sus características de pueblo bien trazado. Sus principales construcciones datan de la época de Manuel Estrada Cabrera: Escuela de Varones, Escuela de Señoritas, Puente Chipilapa y Templo de Minerva. Fue en esa ciudad polvorienta y de clima templado donde Clemente Marroquín Rojas comenzó a estudiar. Sus padres se movían entre la agricultura, la ganadería y una pequeña pulpería. La madre, doña Dominga siempre creyó en él y lo apoyó hasta el último momento. Su padre, don Jesús, era más renuente, pues conocía a su hijo rebelde y sinceramente, no le miraba futuro, lo miraba más dedicándose a la agricultura y a la ganadería. Don Jesús ya no fue testigo de todos los triunfos de su hijo, pues le arrebataron la vida.

Marroquín Rojas fue conocido por esos apellidos pero en realidad, esos no eran. En su partida de nacimiento que localicé en la Municipalidad de la ciudad de Jalapa, atesta que su nombre es Clara Clemente Marroquín y Marroquín.2 Con el tiempo, se elimina el nombre Clara y adopta el Marroquín Rojas por una causa de honor familiar y de su pensamiento político frente a la dictadura de Manuel Estrada Cabrera. Su tío, el abogado Tránsito Rojas, se opuso a Estrada Cabrera. Tuvo que huir a El Salvador y aprovechó organizarse con el expresidente salvadoreño Tomás Regalado, para invadir Guatemala y deponer al llamado Benemérito de la Patria. Su causa fue reprimida, Regalado fue asesinado en tierras guatemaltecas y don Tránsito Rojas, así como su hijo de 15 años que lo acompañaba, fueron fusilados en Jutiapa en 1906. Fue un gran daño familiar. Clemente era un niño en este momento pero nunca olvidó el acontecimiento, a tal punto que, dijo que adoptaría el apellido de su tío Tránsito Rojas.

A partir de allí, Clemente Marroquín Rojas había adoptado un nombre que llevó durante toda su vida y que hoy por hoy lo identifica. En su nombre va una rebeldía de un hombre que jamás se doblegaría, pues lo que creía era suficiente para sostenerlo hasta las últimas consecuencias. Tomando sus propias palabras, Marroquín Rojas explica por qué acogió ese apellido de su tío:

(…) yo quise recordar al tirano (Manuel Estrada Cabrera) que la sangre de Tránsito Rojas estaba fresca aún. Por eso, sin corresponderme plenamente el apellido del gran ajusticiado, lo agregué al mío y desde entonces lo llevo, tratando siempre de elevarlo un poco y honrarlo en cuanto pueda. (Diario El Imparcial, 25 de marzo de 1931, pp. 3)

Clemente nunca olvidó que provenía de la aldea Los Achiotes Jumay, en las faldas del volcán Jumay que domina el valle de Jalapa. Fue un jalapaneco que amó a su pueblo, lamentablemente no existe en Jalapa una casa-museo que lo enaltezca dentro del contexto histórico que vivió. La tragedia no se separó de su familia y un golpe duro que recibió fue la noticia del asesinato de su padre don Jesús Marroquín Rojas, (1866-1919). Él llegó a ser teniente coronel, fue miembro del Batallón Jalapa y asumió la Mayoría de Plaza en Chiquimula. En sus memorias, Marroquín Rojas explica que su muerte fue de la manera más cobarde y que se debió a un litigio de tierras por parte de la herencia del abuelo materno de Clemente. (Mynor Carrera, El Ideario Polémico de Clemente Marroquín Rojas, pp. 15)

Clemente ya era bachiller y trabajaba como redactor en el semanario La Campaña de José María Isaac Sierra. Allí redactó un artículo nostálgico y desgarrador, recordando lo que su padre había significado para él. Entre sus apuntes se puede leer lo siguiente:

Caíste. Caíste con el vientre atravesado por balas asesinas… Y ¿cuál fue tu crimen? ¿cuál tu vida? Yo sólo sé de tus bondades, de tus largos trabajos y fatigas que, enlasados, formaron tu vivir…; (…) (La Campaña, 1 de febrero de 1919, pp. 3)

Ese dolor lo llevó por siempre la familia de Marroquín Rojas. Doña Dominga Marroquín Bonilla, su madre, (1868-1939) continuó la vida con su tristeza y siempre, apoyando a su hijo, porque, a pesar de su vigor y de haber enfrentado problemas donde estudió, nunca dudó de él. Infortunadamente ya no fue testigo de lo que logró más adelante, tomando en cuenta que ella falleció mientras Clemente se encontraba cumpliendo su exilio, gracias a oponerse a Jorge Ubico Castañeda.

Clemente era de armas tomar. Donde estudió siempre se enfrentó a puñetazos con quien le tocara. Por eso era expulsado, pues mal alumno para los estudios no era. A pesar de entrar y salir de establecimientos, por ejemplo, fue expulsado del Instituto Central de Varones de la capital y, aunque fue expulsado también del Instituto Normal de Varones de Oriente, en Chiquimula, volvió a ser aceptado y el día de su cumpleaños, el 12 de agosto de 1917, a los 20 años, se graduó de bachiller. Por la disertación de su tesis tuvo problemas políticos, pues el Jefe Político de Chiquimula investigaba si había ofendido al presidente Estrada Cabrera. Al final, se vino a la capital y se matriculó en la carrera de Derecho en la Universidad de San Carlos que para bien decir, de acuerdo al decreto 989 fue bautizada con el nombre de Manuel Estrada Cabrera, hecho avalado por el Congreso de la República. (El Guatemalteco, No. 57 del 20 de mayo de 1918)

Clemente, junto a otros jóvenes de su generación, tomó la decisión de apoyar al Movimiento Unionista que se había conformado para derrocar a Manuel Estrada Cabrera, 22 años ya eran demasiados para gobernar a su manera un pequeño país. Guatemala recibía la modernidad del siglo XX y por lo consiguiente, nuevos aires de despojarse del gobernante afloraban en la vigorosa juventud que encontró en los unionistas, la mejor manera de encausar políticamente a Guatemala. Clemente fue de los que corrió para un lado y otro y fue de misión por diferentes lugares para convencer sobre el supuesto unionismo. Supuesto porque, aunque amaran a Centro América, no aspiraban a unirla, sino a tomar esa bandera para que su movimiento no fuera visto con males ojos por la dictadura. Además, el país estaba devastado luego de los terremotos de 1917-1918. Estrada Cabrera fue incapaz de reconstruir Guatemala, por el contrario, el odio hacia él reforzó el sentimiento del cambio.

El joven Marroquín Rojas fue líder entre sus compañeros y en realidad, eran varios líderes. La unión hizo la fuerza para que, dentro de las aulas universitarias, tuvieran tiempo para llevar a cabo proyectos que beneficiaran a sectores desposeídos urbanos, así como fraguar situaciones para encausarlas a sus fines y a los fines nacionales. De hecho, Marroquín Rojas corrió con los jóvenes que compusieron la Chalana; a pesar de ello, no figura en la plaqueta conmemorativa. De hecho, varios estudiantes quedaron fuera, únicamente aparecen los que participaron en la encerrona para seleccionar las mejores estrofas.

La Chalana, canción de protesta sancarlista contra el golpe de Estado de 5 de diciembre de 1921 que llevó al poder a José María Orellana, nació para quedarse. Es una canción con letra tan actual, tan vigente. Las consecuencias para los estudiantes fueron muy fuertes. Orellana cerró la universidad por un tiempo. Eso ocasionó que los que se iban a graduar no lo podrían hacer. Marroquín Rojas siguió para Honduras, allá se radicó. Su trabajo inquieto lo llevó a convertirse en Oficial Mayor de la Constituyente en Honduras, así como Oficial Mayor del Congreso Legislativo. Sus estudios los prosiguió en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Honduras. Coronó sus estudios como Abogado Y Notario un 29 de junio de 1925, a punto de cumplir sus 28 años.

A su regreso a Guatemala, Clemente ocupó varios cargos. Fue diputado por Jalapa en la Asamblea Legislativa de 1928, cargo al que renunció. Obtuvo otros cargos, sobresaliendo su estancia en Barcelona como cónsul de Guatemala. El tiempo allí fue corto. En Barcelona terminó su libro de Historia del Movimiento Unionista, fue impreso en los talleres gráficos R. Llauger en 1929, consta de 95 páginas.

La producción de Marroquín Rojas es extensa. Destacó primordialmente en los periódicos, trabajó en muchos de ellos y fundó otros cuantos. De su producción hemerográfica, logra compilar artículos y construye libros. Su producción bibliográfica incluye eventos donde él fue protagonista y donde hace referencia a lo que él como sujeto vivió. Ser directo le ocasionó muchos problemas pero era un polemista por naturaleza. De hecho, uno de sus libros se llama En el Mundo de la Polémica, Tipografía Nacional, 1971, 514 páginas. Aquí se encuentra una colección de artículos de polémica que sostuvo con intelectuales guatemaltecos, siendo ellos: Adrián Recinos, Luis Cardoza y Aragón, Enrique Muñoz Meany, Guillermo Toriello, Mario Monteforte Toledo y Ramón Blanco Castañeda.

Ramón Blanco afirmaba de Clemente en cuanto a la polémica, que:
Es el único que puede lanzar cargos, porque en lo personal, es hombre que no teme que le diga algo. ¿Pelearse con Clemente? ¡Mal rayo nos parta!, dicen sus víctimas. Y aun cuando insulta con su almizclado lenguaje, se sale siempre con la suya. (En el Mundo de la Polémica, 1971, pp. 502)

Es muy recomendable leer sus memorias. Allí aclara varios puntos de su vida y del papel que jugó en varios acontecimientos históricos. De sus memorias expone lo siguiente:

Mis memorias por la mera circunstancia de haber sido iniciadas en la misma ciudad mexicana, llevan el histórico nombre que diera a las suyas don Manuel Montúfar. Aquellas son eminentemente políticas, mientras las mías son una especie de confesión del hombre que ha sufrido, que ha odiado y que ha sentido sobre su carne viva los más grades golpes de la persecución de un tirano, de la deslealtad de sus amigos y que vió hundirse en las profundidades de lo irreparable sus más hondos cariños. (Diario La Hora 4 de diciembre de 1944, pp. 2)

En total, Clemente escribió 15 libros, a continuación se dan a conocer para posibles consultas.
1. Desnudando al Ídolo (1926) Guatemala: Imprenta La Hora.
2. Ecce Homo Mi campaña política de 1926 (1927) París, Francia: Editorial París América.
3. Historia del Movimiento Unionista. (1929) Barcelona, España: Talleres Gráficos R. Llauger.
4. La Bomba. Historia del Primer atentado contra Estrada Cabrera. Guatemala: Imprenta Muñoz Plaza.
5. Los Cadetes. Historia del Segundo atentado contra Estrada Cabrera. Guatemala: Tipografía Nacional.
6. En el corazón de la montaña. (1930) Guatemala: Tipografía Sánchez & de Guise.
7. Crónicas de la Constituyente del 45. (1955) Guatemala: Sin más datos. Y otra edición en Tipografía Nacional, 1970.
8. La derrota de una batalla. (1956) Réplica al libro La Batalla de Guatemala del excanciller Guillermo Toriello. Guatemala: Imprenta Moderna.
9. México jamás ha poseído territorio propio al sur del río Hondo. (1962) Guatemala: Editorial del Ejército.
10. Morazán y Carrera (1965) Guatemala, sin más datos. Y Editorial José de Pineda Ibarra, 1971.
11. La carta política del ciudadano Juan José Arévalo. (1965) Guatemala: Editorial San Antonio.
12. Historia de Guatemala. (1971) Guatemala: Tipografía Nacional.
13. En el mundo de la polémica. (1971) Guatemala: Tipografía Nacional.
14. El retorno a Bolívar. (1972) Guatemala: Tipografía Nacional.
15. Memorias de Jalapa o Recuerdos de un Remichero. (1977) Guatemala: Editorial del Ejército.

La obra hemerográfica de Marroquín Rojas merece un artículo aparte. Produjo donde vivió, el periodismo fue su vida. Sus ojos se apagaron en La Nueva Guatemala de la Asunción un 8 de abril de 1878, a los 80 años. Diario La Hora es uno de los frutos que le sobreviven, el vespertino de 100 años. Sabemos que las cualidades del individuo son importantes pero el contexto histórico lo moldea y le da su razón de ser. Necesitamos muchos Clemente para denunciar y defender un país que se va de las manos en la ingobernabilidad, en el abuso de poder y en la miseria de su población. Feliz 123 cumpleaños de don Clemente Marroquín Rojas.

1 Historiador. Profesor e investigador de la Universidad de San Carlos de Guatemala
2 El día de Santa Clara de Asís es el 11 de agosto. Antes se acostumbraba a colocarles el nombre a los hijos de acuerdo al santoral cristiano.

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