Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
La semana arrancó con las reacciones al enojo del presidente Alejandro Giammattei en San Juan Comalapa porque a pesar que el mandatario tiene derecho a disentir de quien lo cuestiona, su reacción a una crítica realizada de manera educada lo dejó en una posición sin sustento para su mensajes de “¿y si nos unimos?”.
No se trata que debemos estar de acuerdo en todo, pero uno de los grandes problemas del país es que no hemos aprendido a pensar diferente sin terminar en pleito y cualquier mandatario en el mundo debe saber que, si sale a escuchar a su gente, no puede terminar en berrinche porque en lugar de lograr el objetivo y ahondar en el proceso, sucede todo lo contrario.
Y la cosa se complicó más cuando se supo que, tras su actitud de San Juan Comalapa, invitó con toda la complacencia y paciencia a diputados a la Finca Santo Tomás para abordar asuntos en los que él quiso despistar diciendo que no tenía nada que ver. Los puntos centrales de la reunión fueron el desafuero de los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC) y el Procurador de los Derechos Humanos (PDH).
Acorralados por las filtraciones de quienes se sienten dejados fuera de los pactos, el Gobierno no atinó a dar una respuesta coherente y con cada comunicado que sacaban, más embarraban la cosa. Seguramente se deben haber acordado que las cosas es mejor afrontarlas de cara al sol, pero que eso no se logra cuando andan cruzando puentes que no deben.
Ni bien habían salido del camote de la reunión en Santo Tomás, el mandatario se encontró con que la alianza oficialista en el Congreso no ha logrado (en dos sesiones) reunir los votos para ratificar el Estado de Sitio y la legalidad de lo actuado como consecuencia de tal estado, queda en serio entredicho. Jueves y viernes no lograron los votos y hoy hacen un intento desesperado.
En medio de todo esto, las comunidades o grupos indígenas más representativos de esta país lo declararon non grato y los 48 Cantones de Totonicapán le cancelaron una reunión. Lejos de aceptar con humildad que la voló con su exabrupto e intentar enmendar, “armó” una reunión con lo que llamaron el Consejo Indígena Nacional, compuesto entre otros, por gente aliada al PP, a FCN y VAMOS de Roberto Arzú. La tolerancia debe guiarnos a todos si aspiramos a algo mejor.
Es una pena que el mandatario siga en la ruta que lleva porque, insisto, está tirando por la borda el esfuerzo de muchos en su Gobierno que genuinamente se están entregando a la causa y está borrando a los que deseamos luchar juntos por algo mejor. Los que sabemos cómo funciona el poder y cómo se mueve la melcocha, sabemos que sin duda alguna hay presiones, intrigas y chantajes que en condiciones normales el guatemalteco (lastimosamente) ha tolerado siempre.
Pero, no vivimos tiempo normales porque el COVID-19 nos pegó en la nuca y levantarnos de este palo demanda la milla extra de todos. Nunca nos levantaremos si los que están llamados a liderar con el ejemplo y a cumplir la ley, son los primeros que se suben al barco para ir en el sentido contrario.
El mandatario cuenta con el apoyo de aquellos que tienen intereses muy particulares, como en el tema de la justicia y necesitaban la instalación de las cortes de Gustavo Alejos. No está, por ejemplo, gozando del apoyo de millones de guatemaltecos que, alejados de los radicales de ambos lados, necesitan respuestas, necesitan de un liderazgo y requieren rutas y esperanza para salir adelante.
Pensar que el Mandatario dará un giro en el timón parece ya, una lastimosa utopía, pero como en la política no hay imposibles, hay que seguir luchando para hacerle entender que va por un rumbo totalmente equivocado.
Si usted es uno de los que le preocupa que ganen los radicalismos o populismos de derecho o izquierda, debe redoblar los esfuerzos por hacerse escuchar porque la ruta a la que nos llevan, nos dará extremismos que no resolverán nada.
Y cierro citando al embajador Popp con contextos propios: el acceso a la justicia (no metan las manos y cumplan con la Constitución), el combate a la impunidad (no negocien con mafias legislativas) y mayor transparencia (por eso necesitamos ajustes al sistema) son buenos para los negocios.