Alfonso Mata
Aclaremos de una vez por todas. No es la pandemia la que está sepultando nuestra nuestro nacionalismo. Todos los sucesos actuales, obedecen a la falta de un espíritu nacional. Hemos sido subyugados por unos pocos desde siempre y gobernados por hombres mezquinos durante casi 200 años y ahora somos esclavos de intereses nacionales e internacionales, fruto del apetito inmoderado de poder y ambición de unos pocos que se mueven alejados, muy alejados, de un Estado de Derecho. Si continuamos así y no buscamos una forma de recuperar y restablecer un proceso democrático, la pobreza y explotación cada día mayor, no harán más que agudizar nuestra situación.
¿Qué necesitamos para actuar ya? Primero que nada, debemos olvidarnos que nuestros problemas los está causando la pandemia o un virus llamado SARSCoV-2 y avivarnos a despertar en los dieciséis millones de habitantes que conforman Guatemala, un entendimiento claro de nuestra situación jurídica y legal de nuestras cortes; de actitudes y prácticas inescrupulosas de nuestros diputados y del latrocinio y saqueo que sucede en el ejecutiva que claramente orilla cada vez a más a la miseria y la infelicidad. Y eso significa, ir en pos de liberarnos de la corrupción, la violencia y buscar una mayor igualdad a través de la legalidad. Y eso significa, ver y luego proceder de manera consciente. Hay un dicho muy antiguo que reza: “es difícil comprender y fácil actuar sin convencimiento” que en buena parte se nos aplica a los guatemaltecos, que estamos llenos de prejuicios y fanatismos. Es muy difícil pasar a la acción adecuada, si estamos en la creencia de que nada se puede cambiar, de que todo marcha como debiera marchar, de que exigir el cumplimiento de la ley es berrinche. Ante tal actitud y reaccionar, cada uno de nosotros estamos predestinados a desmoronarnos.
Debemos hacer e inculcar conciencia nacional de los desastres que nos amenazan y sus causales y son dos los que debemos resaltar y atacar: la opresión política y la opresión económica. Ambos ya pesan sobre nuestra cabeza. El simple escándalo del legislativo y del sistema de justicia, con la manipulación ilegal y arbitraria a las cortes a favor de intereses mezquinos, ya nos hunde y si dejamos que eso avance, recuperar luego la justicia, solo será posible con ríos de sangre y muerte. El tiro de gracia a la justicia será el golpe de muerte a la democracia.
La situación crítica nacional en que estamos, si no queremos llegar a un enfrentamiento mayor entre hermanos, nos exige romper con nuestra actitud de mirar al cielo y esperar a que éste decida o dejarlo en manos de la buena suerte; rasgo típico de una esclavitud larga. Esperar y depender de que otros decidan, es otro riesgo. Estos tipos de optimismo pasivo, no nos llevan a nada bueno, más que a una derrota de lograr un estado de derecho y si a un aumento de perjuicios para una disputa destructiva interminable sobre igualdad derechos y privilegios y un montón de cadáveres.