Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina Mejía

La noticia impacta dolorosamente. En pleno siglo XXI, en violación total de la Carta de las Naciones Unidas, el Estado de Israel pretende anexarse parte del territorio palestino. A lo largo de julio, se irán cercenando trozos de la Palestina ilícitamente ocupada y se la tragarán con la misma voracidad que los finqueros criollos arrebatan las tierras de los pueblos indígenas y del campesinado de Guatemala. Los israelíes se consideran un grupo étnico superior y, aunque no todos sean judíos, creen ser “el pueblo escogido de Dios”. Según el Viejo Testamento, así era; pero al desconocer al Mesías y crucificarlo, todos los pueblos de la Tierra pasaron a ser iguales. No hay superioridad por estar cerca de Dios ni por ninguna otra razón; pero hoy aplican su poderío militar, y el apoyo irrestricto de la Casa Blanca, para violar el acuerdo basado en “territorio por paz” con Palestina, y oprimir y reprimir a su pueblo. Corresponde a la comunidad internacional expulsar a Israel de la Organización de las Naciones Unidas.

El mito de la superioridad de un grupo étnico sobre otro, como excusa para la dominación, ha sido visible históricamente. Destaca el racismo en contra de lo pueblos africanos y sus descendientes, que permitió la esclavitud, particularmente en tierras americanas; la colonización del continente africano, con su subsecuente subdesarrollo; el apartheid y la segregación como políticas de Estados regidos por grupos blancos; y hoy en día, el paternalismo con que el “mundo civilizado” se relaciona con las naciones africanas. Pero no fue la primera ni única forma en que grupos étnicos crearon el mito de la superioridad de unos humanos sobre otros. Los arios en los albores de las culturas asiáticas reclamaron en su favor dicha pretendida superioridad, organizando la sociedad bajo su control en castas, separadas por su inferioridad con relación a ellos. Por ello, Hitler, al frente del Estado nazi que iba a regir mil años, sin llegar a diez, creyó que el pueblo alemán rubio era la súper raza aria, llamada a dominar Europa y el mundo. Esa pretendida superioridad se aplicó, primordialmente, contra los judíos, no solamente quienes vivían en Alemania, sino que en el resto de la Europa asaltada por el fascismo y las fuerzas alemanas. De ahí surgió el genocidio de millones de personas judías. Ese mismo fascismo atrae hoy a masas ignorantes de estadounidenses que levantan la bandera de la supremacía blanca, incluido vergonzosamente Donald Trump.

Recordamos que el mito de la superioridad de grupos étnicos permitió también la invasión europea al continente americano, a partir del primer viaje de Cristóbal Colón en 1492, generando la absurda “teoría del descubrimiento” como forma de apropiarse del continente, que solamente quinientos años después ha empezado a ser profundamente cuestionada. Ese mito de superioridad étnica es descrito en “La Patria del Criollo”, para ilustrar el desprecio y la discriminación de los europeos y sus descendientes, los Criollos, contra los pueblos indígenas, Eso marca todavía las relaciones con los pueblos indígenas, a quienes no se les respetan ni su vida ni los demás derechos humanos.

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