POR MARGARITA GIRÓN
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Hasta el 24 de junio, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MPSAS), ha reportado la recuperación de 2 mil 930 pacientes, a quienes el COVID-19 ha afectado, cifra que equivale a un 19.77 por ciento de los 14 mil 819 casos reportados entre el 13 de marzo y el 24 de junio.
Aunque al inicio las personas temían revelar que habían sido afectadas por el virus, con el transcurrir de las semanas, quienes han superado la enfermedad se han convertido en ejemplos de lucha y sus historias han llegado a ser públicas.
Pese a que aún persiste la estigmatización social, de quienes no comprenden que el COVID-19, no debe ser considerado como una razón para estigmatizar, sino convertirse en ejemplo de resilencia y solidaridad para los guatemaltecos.
Don Manuel D. tiene 53 años de edad y padece diabetes, su trabajo se desarrollaba con normalidad, hasta que síntomas relacionados al COVID-19 se presentaron y encendieron la alarma que llevó a don Manuel a vivir una experiencia que nunca se imaginó al ser diagnosticado con el virus, que ha provocado en el país 601 fallecimientos.
Don Manuel compartió con La Hora su experiencia con el COVID-19 y envió un mensaje a la población en donde destaca que el virus es real y puede afectar a cualquier persona sino se toman las medidas necesarias. Así como valorar el tiempo en familia y no dejar de vivir momentos gratos con las personas queridas.
EL DIAGNÓSTICO
Don Manuel manifestó que uno de los primeros síntomas que experimentó fue tos y dificultad para respirar, así como fiebre que iba de los 36 a 39 e incluso 40 grados. “En la empresa donde trabajo se implementó el protocolo y se me indicó que debía permanecer en cuarentena y si los síntomas persistían debía alejarse de su familia. Con mi esposa tomamos la determinación de aislarme de mis hijos y de ella, teniendo una habitación solo para mí y utilizando trastes y otros utensilios aparte para que no tuviesen contacto con ellos”, agregó.
El entrevistado detalló que desde el 8 de mayo, cuando iniciaron los síntomas, hasta el 17 de mayo permaneció en su casa; sin embargo, al no haber mejoría decidieron llamar a los bomberos, quienes lo trasladaron a un centro de atención, “me vinieron a traer a la casa y me trasladaron, allá me tomaron la temperatura y al llegar a la consulta, pasé de 36 a 40 grados de temperatura y me atendieron de inmediato por los síntomas que presentaba”, añadió.
De acuerdo con don Manuel, pasaron 15 horas antes que le confirmaran el resultado y aunque la incertidumbre y el temor le invadían, se puso en manos de los médicos y fue ingresado al centro hospitalario, una vez fue confirmado el diagnóstico, aseguró, fue tomado con calma.
“Nosotros somos cristianos y desde que salí de mi hogar, hablamos con mi esposa y porque es una enfermedad nueva de la que no se sabe nada y no hay cura conocida como pasa con otras en las que uno toma un medicamento y se recupera, así que lo único que hicimos fue ponernos en las manos de Dios. Le dije a mi esposa que iba bajo la mano de Dios y de los doctores y si era su voluntad, regresaría, sino Dios diría”, detalló don Manuel.
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22 DÍAS DE HOSPITALIZACIÓN
El entrevistado indicó que inicialmente fue trasladado a un hotel, en donde permaneció con otras 40 personas que también habían sido afectadas. Destacó del lugar que, “lo único” que les afectaba era la falta de ventilación. Aunque, de acuerdo con don Manuel, el sentimiento que en ese momento embargaba a todos, era darse ánimo entre quienes permanecían en el lugar.
“Mientras el virus avanza, el cuerpo va sintiendo los efectos, en mi caso, se elevó mucho mi nivel de azúcar, porque padezco diabetes y no estaba llegando oxígeno ni a mis pulmones ni a mi cerebro y colapsé al igual que mucha gente, porque no había ventilación y otros a quienes les afectaron otra clase de síntomas, como tos y diarrea”, describió don Manuel.
Don Manuel no contaba con un canal de comunicación para poder hablar con su familia y era a través de otras personas que su esposa lograba saber sobre su estado o en algunas ocasiones conversar por unos minutos.
“Yo me fui sin mi celular y el sentimiento de no poder estar en comunicación con mi familia era algo fuerte e inexplicable y solo quien ya lo pasó lo puede entender. Yo estuve en varias fases de hospitalización y fue una gran alegría para mí, cuando por fin pude hablar con mi esposa y nos quebrantamos los dos, porque ella preguntaba y no siempre lograba saber sobre mi estado”, enfatizó.
Agregó que la parte más crítica de su estadía, fue cuando necesitó oxígeno y la diabetes no bajaba de 600 y 300, “Dios hizo la obra en mi cuerpo, porque salí con una diabetes de 150 y los doctores no creían que mi evolución fuera tan buena, pero gracias a Dios, fue así”, dijo.
Finalmente, el 8 de junio, don Manuel recibió la noticia que esperaba y por fin pudo volver a su casa y estar con su familia. “El doctor llegó y me preguntó si me quería ir a mi casa y yo experimenté una felicidad demasiado grande, lloré de alegría y finalmente pude estar con mi familia”, agregó.
UNA EXPERIENCIA DURA
Don Manuel añadió que durante su estadía pudo ver personas que llegaban directamente al intensivo y que se recuperaban, mientras otros llegaban con síntomas moderados y fallecían. “Uno ve pasar las bolsitas negras y solo piensa, allí iba uno más con Dios. Es algo duro, que afecta hasta las lágrimas, porque uno piensa que podría ser uno el próximo”, puntualizó.
Agregó que, es en los hospitales, cuando las personas aprenden a orar, sin importar la religión de cada uno. “Si la gente piensa a estas alturas que este virus no existe, es porque no valoran la vida. Hay muchas personas que van por la calle sin mascarilla y sin protección y solo porque Dios los quiere mucho no ha pasado a más, pero esto sí es real y hay gente muriendo, jóvenes, adultos mayores. Pero también hay quienes podemos salir adelante”, añadió.
Don Manuel también destacó el papel de los médicos, enfermeras y personal técnico de los hospitales, “Son personas que uno tiene que tener en su mente y en su corazón porque luchan a la par de uno a toda hora”, puntualizó.
“Si la gente piensa a estas alturas que este virus no existe, es porque no valoran la vida»
Don Manuel
DESPUÉS DEL COVID-19
Don Manuel manifestó que uno de los mayores aprendizajes que ha dejado en su vida el Covid-19, es poder compartir con su familia y poder servir a los demás y valorar la vida.
“Si nosotros no dedicamos suficiente tiempo a la familia, es tiempo de hacerlo y reactivar esos momentos con la familia, abrazarlos, quererlos, y si hay cosas que hacer en familia hay que realizarlas y vivir en paz con todos y si uno puede hacer el bien, hacerlo porque en un momento uno cierra los ojos y allí se quedó todo”, describió.
UN MENSAJE A LA POBLACIÓN
Don Manuel destacó que es necesario concientizar a las personas para evitar mensajes de discriminación de personas que no han sido afectadas por el virus.
“Lo ven a uno como si padeciera alguna peste y la gente huye de uno, pero uno sale 95 recuperado y el porcentaje final se lleva a cabo en casa, pero existen personas que están cegadas y no comprenden que en lo que deben trabajar es en su seguridad y guardar las medidas”, dijo.
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Además, enfatizó que como en su caso, que no sabe cómo pudo haberse contagiado, ya que tanto en su casa como en la empresa para la que labora se guardan todas las medidas, mencionó que es necesario que las personas extremen medidas como el uso de mascarilla, lavado de manos y que no bajen la guardia, porque “el virus puede estar en cualquier lugar y solo queda cuidarse y encomendarse a Dios para que no les toque”.
Don Manuel actualmente se encuentra junto a su familia y aunque continúa suspendido hasta completar su proceso de recuperación, no se reportaron más casos en los miembros de su familia, debido a la responsabilidad y protocolos implementados.