José Roberto Alejos Cámbara
La reestructuración del Estado, una convocatoria urgente y obligada
Este espacio hablar de las luces y sombras vividas a lo largo de mi experiencia política, vivida desde los 17 años, he podido hablar sobre el por qué es indispensable la reforma a Ley Electoral y de Partidos Políticos para fortalecer los partidos políticos, contando con nombres y apellidos las historias, cuyos protagonistas siguen dando la batalla para mantener cooptado al Estado.
Dimos ejemplos de cómo el Estado nunca será lo suficientemente fuerte, si no cambiamos la Ley de Servicio Civil, hoy vemos pactos colectivos de trabajo irracionales. El Estado es el más desordenado de los empleadores, y, hoy uno de los más grandes creadores de desempleados al congelar puestos de trabajo cuyos contratos vencieron en diciembre y en marzo reciente, en plena pandemia. Pero ambas leyes van de la mano porque, aunque haya personas electas con buenas intenciones, los partidos seguirán funcionando en forma clientelar, siendo agencias de empleo y no aglutinadores de líderes con un mismo pensamiento ideológico que busque gobernar orientados en el bien común.
Necesario cambiar las reglas de funcionamiento del Congreso de la República, esta es una legislatura que heredó de las legislaturas anteriores las peores costumbres que he podido observar; se buscan acuerdos no basados en una agenda de nación y de beneficio para la población, simplemente no existe; se basan en intereses coyunturales y bastante personales, con énfasis en mantener su impunidad y la de sus aliados y financistas.
Reconocemos errores como el no darle seguimiento al situado constitucional para que este se enfoque en salud y educación, o en cuanto a la seguridad, dejar fuera a las comunidades y la falta de reconocimiento del derecho de los pueblos indígenas fue lo que rompió, probablemente, el vínculo entre las comunidades y sus autoridades. No es posible que la impunidad viva como un vecino normal en nuestro país, y que permita que se cometan actos inhumanos y deplorables como el reciente caso del tata Domingo Choc.
Hoy estamos frente a la incógnita de que, si el Congreso de la República cumplirá prontamente, con el mandato de la Corte de Constitucionalidad y elegirá Cortes en el plazo señalado o se pospondrá para iniciar el proceso de la reforma constitucional anunciado. Ya mencioné con anterioridad, que para mí la reforma constitucional es urgente y necesaria, pero no debemos caer en los mismos errores del pasado que nos desviaron del espíritu del constituyente. Aprobar a la carrera, sin diálogo con todos los sectores involucrados e incluyendo los temas de reforma torales como la renovación de mandatos escalonadas. Por qué solo reformas constitucionales en materia de justicia, este es el momento ideal para convocar a un proceso de integración de ideas y de acuerdos para la verdadera reestructuración del Estado.
El momento es el indicado, los espacios están dados, estamos aún a inicios de un Gobierno, el desgaste todavía le permite crear un ambiente de confianza para los acuerdos mínimos; pero hasta los cambios en el Ejecutivo, que disolvió secretarias e hizo cambios en sus estructuras, podrían ser producto del diálogo y negociación, de revisión de competencias, serian cambios en los que nadie se negaría a participar y menos a criticar. Si a las reformas, pero no a la improvisación, ni a aprovecharse del momento para beneficios personales o sectoriales.