Un hombre se ajusta la mascarilla de protección para ayudar a frenar la curva de contagios del coronavirus mientras camina a la sombra de un edificio en Tokio, el 10 de junio de 2020. Foto:AP/Eugene Hoshiko

PARÍS/AP

La crisis del coronavirus ha desencadenado la peor recesión global en casi un siglo, y los problemas aún no han terminado aunque no haya una segunda ola de contagios, advirtió el miércoles un reporte económico internacional.

Cientos de millones de personas se han quedado sin trabajo, y la crisis está golpeando a los pobres y a los jóvenes con más fuerza, agravando las desigualdades, señaló la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su último análisis de los datos globales económicos.

«Esta es probablemente la perspectiva más incierta y dramática desde la creación de la OCDE», señaló su secretario general, Ángel Gurría. «No podemos hacer proyecciones como hacemos normalmente».

En el mejor escenario posible, si no hay segunda ola de contagios, la agencia prevé una caída global de la producción económica del 6% este año y un aumento del 2,8% en 2021.

Si el coronavirus reaparece más tarde en el año, sin embargo, la economía mundial podría contraerse un 7,6%, añadió la OCDE.

«Con o sin el segundo brote, las consecuencias serán graves y duraderas», apuntó el reporte.

Los mercados bursátiles globales cayeron tras la publicación del informe, que presenta un panorama más sombrío que otras previsiones de instituciones similares como el Banco Mundial.

Gurría señaló que «presentar el problema como la elección entre la vida y el modo de vida, es decir, hacer una elección significativa entre la salud y la economía, es un falso dilema. Si la pandemia no está bajo control, no habrá una recuperación económica robusta».

En el caso de una segunda ola de contagios, la OCDE prevé que la tasa media de desempleo en los 37 países desarrollados que representa se duplicaría este año al 10% y habrá «poca recuperación» en 2021. En el escenario más optimista, el dato se quedaría en el 9,2%. En las naciones más pobres, las cifras suelen ser más elevadas, y quienes trabajan en la economía informal duelen ser especialmente vulnerables.

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