Para saber cómo estamos en el tema de la propagación de la pandemia lo fundamental es la realización de pruebas para determinar no sólo la extensión de los contagios sino su ubicación e historial de contactos a fin de darle seguimiento epidemiológico a cada caso y con ello ser efectivos en la contención. Pero sucede que toda la información disponible carece de datos esenciales como la estratificación de los pacientes y de las personas que lamentablemente fallecen, especificando el tipo de complicación que causó la muerte. Hasta donde se sabe, el Inacif no está realizando ninguna autopsia relacionada con el coronavirus y de esa cuenta no hay suficiente data para determinar realmente causas de muerte y todo queda sujeto a la opinión clínica del equipo de médicos tratantes.
Hoy estamos publicando un informe de la Procuraduría de los Derechos Humanos, que ha hecho un muy buen trabajo en cuanto a la evaluación de la reacción del Estado frente al coronavirus, en el que se destaca que las muestras (resultado de las pruebas) se trasladan al laboratorio sin la ficha epidemiológica correspondiente, que algunas solicitudes no especifican si son pruebas de control pero lo más grave es que algunas se trasladan sin identificación, imagine el lector esa barbaridad que están cometiendo, por lo que es imposible procesarlas, además de que algunas no tienen material suficiente porque se hizo mal el hisopado, todo ello entre otras cosas que descubrió la PDH analizando el tema de las pruebas y los laboratorios.
En otras palabras tenemos pocas pruebas porque no sólo están escasas en el mercado sino que nuestro sistema de compras sólo funciona cuando hay negocio de por medio. Pero resulta que las que hay muchas se usan mal y se desperdician porque no se obtienen adecuadamente, no se marcan como debe ser para la lógica identificación, ni se especifica si son nuevas o de control. En otras palabras, el tema de las pruebas es un auténtico desastre, y eso que es el punto de partida de cualquier esfuerzo para contener la propagación.
Si no le ponen ni el nombre del paciente a todas las muestras, obviamente no hay datos de sus contactos para hacer el adecuado seguimiento epidemiológico que permita ir adelante en la contención de los casos y evitar más contagios. Y eso es apenas la punta del enorme iceberg que es nuestro inexistente, porque colapsado es mucho decir, sistema de salud que no es más que una cueva peor que la de Alí Babá porque, sin duda, hay mucho más de los cuarenta del cuento.