Por COLLEEN LONG, ZEKE MILLER y MICHAEL BALSAMO
WASHINGTON
Agencia (AP)
Las autoridades de Estados Unidos intentaban determinar si había grupos extremistas infiltrados en las protestas contra la brutalidad policial en todo el país que empujaran de forma deliberada las marchas, en su mayoría pacíficas, hacia la violencia, y si había países rivales detrás de una creciente campaña de desinformación en medios sociales.
Mientras las manifestaciones se extendían el domingo desde Minneapolis a la Casa Blanca, la ciudad de Nueva York y el extranjero, agentes federales de seguridad insistían en que grupos de ultraizquierda estaban avivando la violencia. Mientras tanto, expertos que seguían a grupos extremistas reportaron también evidencias de actividad de la ultraderecha.
Los investigadores también rastreaban las interferencias en internet y estudiaban si había agentes extranjeros tras la campaña. Las autoridades han registrado un aumento de las cuentas en menos sociales con menos de 200 seguidores creadas en el último mes, un fenómeno habitual de las campañas de desinformación.
Esas cuentas han mostrado imágenes explícitas de las protestas, material sobre brutalidad policial y sobre la pandemia del coronavirus, que parecen diseñados para avivar la tensión y la división política, según tres funcionarios del gobierno. Los funcionarios hablaron bajo condición de anonimato para comentar las pesquisas.
Las investigaciones son un intento de identificar la red de fuerzas tras algunos de los brotes más extendidos de desobediencia civil en Estados Unidos en varias décadas. En los últimos días estallaron protestas en docenas de ciudades tras la muerte de George Floyd, fallecido después de que un policía blanco de Minneapolis le apretara el cuello con la rodilla cuando estaba inmovilizado.
Los estadounidenses agotados por la pandemia ya estaban enfadados, por las muertes por COVID-19, las órdenes de confinamiento y los millones de personas que perdieron sus empleos. La pandemia ha golpeado con más dureza a los afroestadounidenses que a los blancos en el país, y los homicidios de personas negras a manos de la policía han continuado durante los años a pesar de que el tema perdía relevancia en el debate nacional.
Pero hay indicios de que en los disturbios participan personas con otras motivaciones. Se trata de pintadas anarquistas, arrestos de manifestantes llegados de otros estados e imágenes que circulan en grupos extremistas y que sugieren la implicación de grupos externos.
El gobernador de Minnesota, Tim Walz, dijo el domingo que las autoridades del estado habían sufrido un ciberataque cuando las fuerzas de seguridad se preparaban para dispersar las protestas en Minneapolis y St. Paul, epicentro de los disturbios.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el secretario de Justicia, William Barr, y otros han culpado al grupo extremista de izquierdas antifa. Antifa, abreviatura de antifascistas, es un término que abarca a grupos de ultraizquierda que se oponen a neonazis y supremacistas blancos en manifestaciones.
Barr dijo el domingo que el FBI emplearía su división regional antiterrorista para «identificar a organizadores criminales», mientras que Trump reiteró su amenaza de nombrar grupo terrorista a antifa.
El Departamento de Justicia también desplegó el domingo a miembros del Servicio de Alguaciles de Estados Unidos y de la agencia federal antidroga (DEA, por sus siglas en inglés) para reforzar a la Guardia Nacional ante la Casa Blanca, según un miembro destacado del Departamento. El funcionario no estaba autorizado a comentar el tema de forma pública y habló bajo condición de anonimato.
La incorporación de agentes federales, que tendrán vehículos blindados, llegó después de que Barr advirtiera que la fiscalía podía recurrir a legislación antiterrorista contra «agitadores violentos radicales» que intentaran aprovechar las protestas para causar destrucción.
Un grupo activista antifa envió el sábado un mensaje a través de Telegram instando a la gente a considerar a la Guardia Nacional en Minnesota como «blancos fáciles», según dos miembros del Departamento de Defensa. El mensaje instaba a los activistas a robar armas y equipos de protección de los soldados. Los funcionarios no estaban autorizados a comentar el tema y hablaron bajo condición de anonimato.
Otros han visto pruebas de actividad de ultraderecha. J.J. MacNab, profesora del Programa sobre Extremismo en la Universidad George Washington, ha seguido la conversación sobre las protestas entre extremistas contrarios al gobierno en plataformas sociales. Tiene acceso a docenas de grupos privados de Facebook para seguidores del disperso grupo «Boogaloo», que emplea el título de la secuela de una película de la década de 1980 como palabra clave para una segunda guerra civil.
También ha estado revisando imágenes de las protestas del fin de semana y avistado algunos miembros del movimiento entre la multitud, con rifles de gran calibre y equipo táctico.
«Quieren aprovecharlos para iniciar su guerra. Se ven como en el lado de los manifestantes, y a los manifestantes como útiles para causar anarquía», dijo MacNab.
Megan Squire, profesora de informática de la Universidad de Elon y que estudia el extremismo en internet, vio imágenes de al menos cuatro miembros del grupo de ultraderecha Proud Boys en los alrededores de una protesta el sábado por la noche en Raleigh, Carolina del Norte.
Las divisiones raciales de Estados Unidos son una oportunidad perfecta para que los adversarios extranjeros intenten sembrar la discordia y mostrar a Estados Unidos de forma negativa, según James Ludes, director del Centro Pell de Relaciones Internacionales y Política Pública en la Universidad Salve Regina de Rhode Island.
«Esto es un problema real y los estadounidenses están legítimamente molestos por ello», dijo Ludes, que estudia estrategias de desinformación. «Esa es una de las características de estas campañas. No creas problemas nuevos, te aprovechas de problemas existentes».
En 2016, la policía mató a otro hombre negro, Philando Castile, en un suburbio de Minneapolis, en una muerte emitida en vivo a través de Facebook. Usuarios rusos utilizaron una página falsa de Black Lives Matter para sembrar confusión y avivar la indignación entre los manifestantes. Tenía casi 700.000 seguidores, aunque no está claro cuántos eran reales.
Esta semana se desmintió otro bulo: que Atlanta había desplegado a una «milicia infantil».