Por STEFANIE DAZIO y DAISY NGUYEN/AP
LOS ÁNGELES
El alcalde de Los Ángeles dijo ayer por la noche que había miembros de la Guardia Nacional camino de la segunda ciudad más grande de Estados Unidos, tras otra jornada de protestas en la que los manifestantes chocaron con la policía en varias ocasiones, prendieron fuego a autos policiales y saquearon comercios.
El alcalde, Eric Garcetti, dijo que había pedido al gobernador, Gavin Newsom, que enviara a entre 500 y 700 guardias para asistir a los 10 mil policías de la ciudad.
«La Guardia Nacional de California se desplegará en Los Ángeles por la noche para respaldar nuestra respuesta local para mantener la paz y la seguridad en las calles de nuestra ciudad», dijo el alcalde en medios sociales tras ordenar un poco habitual toque de queda hasta el domingo por la mañana.
Los bomberos gestionaron decenas de incendios, y decenas de negocios sufrieron daños. Una de las zonas más afectadas fue el aérea en torno al Grove, un popular centro comercial de lujo al aire libre al oeste del centro, donde cientos de personas arrojaron piedras y otros objetos a la policía y asaltaron tiendas.
Líderes de la comunidad denunciaron la violencia que ha acompañado a las protestas por la muerte de George Floyd cuando estaba detenido por la policía en Minneapolis.
La supervisora del condado de Los Ángeles, Janice Hahn, dijo haber vivido dos emblemáticos episodios de protestas raciales violentas en la región, el de Watts en 1965 y el de 1992 tras la absolución de agentes de policía por la golpiza al conductor negro Rodney King, y dijo recordar el dolor sufrido por la ciudad.
«Debemos alzarnos en solidaridad contra las muertes de hombres negros desarmados a manos de agentes de la ley», dijo. «Pero por favor, no destruyan nuestro amado Los Ángeles. Esto ya no es una protesta».
Se registraron protestas en ciudades de toda California, dese San Diego a San Francisco. En Emeryville, al este de San Francisco, el alcalde, Christian Patz, dijo que se habían saqueado establecimientos de Target, Best Buy y otras cadenas de tiendas. Los comercios cerraron el sábado por la mañana dentro de una orden de confinamiento impuesta tras protestas violentas la noche anterior en la cercana Oakland.
«Es una explosión de la frustración de la gente en la comunidad», dijo Patz. «Si vamos a pedir a la gente que se mantenga dentro de los límites de la ley, tenemos que demostrarles que la ley se aplica a todo el mundo».
En San Francisco, varias tiendas de Market Street sufrieron daños y se provocó un incendio en el Westfield Mall. Las autoridades informaron de un aumento de la violencia, el vandalismo y las agresiones a agentes.
La alcaldesa, London Breed, declaró un toque de queda entre las 20:00 del domingo y las 5:00 del lunes. También pidió al gobernador que mantuviera a la Guardia Nacional en alerta.
El jefe de policía de San Francisco, Bill Scott, dijo comprender por qué los manifestantes estaban enfadados con la policía. Pero advirtió que si alguien agredía a los agentes, «no lo toleraremos».
En Santa Ana, al sur de Los Ángeles, la gente lanzó fuegos artificiales y explosivos a la policía.
El jefe de policía de Los Ángeles, Michel Moore, había pedido que las protestas se mantuvieran pacíficas.
«Pido a todo Los Ángeles que se una y encuentra la capacidad de expresar de forma pacífica los agravios individuales y colectivos, al tiempo que se mantiene la seguridad para todos los angelinos», dijo.
Garcetti impuso en un principio un toque de queda en la zona céntrica de la ciudad, donde el viernes se produjeron altercados durante horas. Pero no tardó en ampliarlo a toda la ciudad después de que la violencia se centrara en una zona unos 9,6 kilómetros (6 millas) al oeste.
Se prohibió estar en la calle entre las 20:00 y las 5:30 de la mañana.
Las vecinas Beverly Hills y West Hollywood hicieron lo mismo al extenderse las protestas. Otras ciudades del condado empezaron a imponer toques de queda.
La muerte de Floyd, de 46 años, grabada en un video en el que se le oía implorar que no podía respirar mientras un policía blanco de Minneapolis le presionaba la rodilla en el cuello, ha conmocionado al país y producido violencia en numerosas ciudades. Jefes de policía y sindicatos policiales han descrito la escena como injustificable y abuso de fuerza. El agente ha sido acusado de asesinato.