Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Si una cosa sabemos con certeza de la pandemia es que no discrimina y así como el COVID-19 le puede dar una persona de escasas oportunidades, le puede dar a quien las tiene en abundancia y por ello es que resulta tan importante entender que enfrentar esta enfermedad requiere que todos nos cuidemos, que todos velemos por nuestro bienestar y el de los otros.
En otras palabras y a pesar de que sea una ironía, juntos aunque manteniendo la distancia física es como vamos a salir adelante en función de los efectos de salud, económicos y sociales que nos representa esta enfermedad.
Vivimos tiempos en los que las tensiones están a flor de piel porque se sienten muchas presiones por todos lados, porque de golpe nos tuvimos que acostumbrar a un nuevo estilo de vida, porque ahora muchas cosas escasean y porque sabemos que estamos a merced de un sistema que no fue diseñado para pensar en la gente si no en cómo operativizar negocios y eso hace que el reto sea inmensamente mayor.
Y tras todo lo anterior es que traigo a colación el 14 de enero porque ese fue el momento en el que el presidente Alejandro Giammattei pronunció un discurso en el que destacó que era la unidad de todos lo que nos iba a sacar adelante.
Esta es una tarea de todos. Como decían en INCAE somos un equipo con responsabilidades individuales y a los ciudadanos comunes y corrientes nos toca jugar un rol, a las autoridades otro, a los servidores de primera línea uno distinto y así vamos viendo que cada quien está llamado a jugar su papel.
Y dentro de esos papeles o roles, se encuentra el del Presidente del Organismo Ejecutivo y ejercer ese cargo es un poco como la parábola de los talentos. Si nos dieron dos nos pedirán 4 a cambio y aunque se sabe que no es fácil ser el presidente de una Nación con un sistema débil que no permite una ejecución ágil y transparente, ni tiene un sistema robusto de salud y atención a sus ciudadanos (en especial los más vulnerables), igual se está llamado a liderar con el ejemplo para guiar a todo un país.
Sin duda no ha de ser fácil, está claro, pero el mandatario se le mira más cansado, se le siente más corto de paciencia y está empezando a generarse focos que en poco le y nos ayudarán en este momento que vivimos.
Ser una voz que habla de los temas espinosos es tarea de todos, no siempre es agradable ser quien saca a relucir los temas incómodos, pero toca en la vida y debemos hacerlo con la intención de abordar las cosas que nos permitan mejorar, solucionar y caminar para adelante. Por eso es que se dice que la información nos empodera a todos.
No hay debilidad alguna en ser articulador, en tener la habilidad de escuchar más previo a tomar las decisiones que corresponden a cada ser humano dependiendo el rol que nos toque jugar. Es el momento, como se dijo el 14 de enero, de hablar de las cosas que debemos mejorar (todos) con el afán de buscar soluciones y evitar regresar a los pasados que tanto daño nos han hecho como país.
Sin duda alguna hay algunos interesados en exacerbar las cosas por todos lados, pero eso no es el camino que nos permitirá salir adelante y cuando el ser humano llega a tener poder e influencia, detectar ese disparador es de lo más importante para que a uno no le metan goles aquellos que están buscando utilizar sus influencias para beneficio personal.
El que tiene el carácter fuerte puede pensar, en ocasiones, que los acuerdos son un signo de debilidad, pero con el pasar de los años uno aprende a diferenciar entre la firmeza de principios y valores y las cesiones que todos debemos hacer para ir encontrando ese camino en común que nos permita alcanzar un objetivo que a todos nos beneficia.
Nunca es tarde y por eso, valdrá la pena releer el discurso del 14 para que sea una luz que nos guíe el camino.