Buenos días compa, la foto del Editorial. Fue en una citación que el ministro de Salud abordó la problemática del personal médico y la capacidad de los hospitales temporales. Foto La Hora/José Castro

Desde el sector público se tiene en general la creencia de que las políticas de información son las relacionadas con la propaganda oficial sin entender que son dos cuestiones totalmente distintas y que en una situación como la que se vive en el mundo lo que se tiene que trasladar a la población es una radiografía exacta de la realidad para que, en medio de la pandemia, todos puedan actuar de conformidad con lo que demandan las circunstancias. El mejor ejemplo de cómo daña usar la propaganda como sustituto de la información está en Estados Unidos, donde la credibilidad del presidente Trump se derrumbó por el manejo inadecuado que hizo de las conferencias de prensa, convertidas en instrumento de propaganda con la vista puesta en su reelección. Fue de tal proporción el daño que se causó que él mismo se vio forzado a suspender esas apariciones por el impacto que estaban teniendo en su imagen política.

Viene a cuento lo anterior porque en Guatemala se dan contradicciones que repercuten en la credibilidad oficial. Primero escuchamos al presidente Giammattei arremetiendo contra los diputados por citar a sus ministros, especialmente al de Salud, pero resulta que al día siguiente es en una citación donde el Ministro traslada información sobre la falta de personal médico y paramédico para los hospitales de emergencia y también de la necesidad de trasladar pacientes del COVID-19 al IGSS porque los centros asistenciales recién habilitados están llegando a punto de saturación.

En cualquier crisis la información objetiva y real es fundamental, pero mucho más cuando se trata de una pandemia como la que estamos viviendo en el mundo, toda vez que de lo que informen las autoridades dependerá en mucho el comportamiento de los ciudadanos y eso repercute en el ritmo de los contagios. Por ello es que cada una de las informaciones oficiales es importante y tiene, por fuerza, que ser verídica para crear esa sensación de certeza que debe quedar cada vez que uno lee o escucha alguna información oficial.

Los políticos tienen que entender que no hay mejor propaganda que la que respaldan los hechos. Hemos repetido que Kjell Laugerud llegó al poder debilitado políticamente por el fraude electoral, pero la forma en que dirigió, con toda seriedad y transparencia, la crisis del terremoto lo colocó en una posición de amplio respeto de la ciudadanía. No hizo propaganda, pero sus hechos, sus actuaciones, terminaron siendo su mejor propaganda y se ganó el respeto de la gente, aún de los que cuestionaban seriamente el origen de su mandato.

Redacción La Hora

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