Eduardo Blandón

El presente texto es una introducción a una publicación más amplia que aparecerá próximamente en una revista de educación. Lo comparto con usted con los mejores deseos de provocar su reflexión…

Se atribuye a Virgilio la expresión que constituye la referencia moral de su época: “Tempus fugit”.1 Esa frase sobre el valor del tiempo resume contemporáneamente, tanto el reconocimiento dado a la fragilidad de las faenas humanas, como el interés práctico por el aprovechamiento de las limitadas oportunidades de la vida. ¿Hay alguna continuidad entre el “pathos” virgiliano y el nuestro? Me parece que sí.

La experiencia contingencial de nuestros tiempos nos sitúa en contextos y sensibilidades similares al del poeta romano. No solo por razones de angustia y miedo frente a lo incognoscible, sino a causa de los cataclismos que se ciernen sobre la humanidad que amenazarían incluso su propia extinción.2

Sin embargo, mientras las alarmas se encienden y los “Preppers” construyen refugios para ponerse a salvo, algunos de los más importantes intelectuales del mundo consideran que las crisis por la que atraviesa la humanidad es una oportunidad para poner las bases de un nuevo orden económico que supere las miserias del capitalismo tal y como lo conocemos.

Muhammad Yunus, por ejemplo, en un artículo aparecido recientemente en Le Monde, se ha mostrado optimista frente a la suerte creada por la pandemia global. El Premio Nobel de la Paz se ha felicitado porque, al poder empezar de cero, es posible transformar un mundo que antes del Coronavirus era nefasto3.

Yunus se sitúa en el horizonte no de un falso optimismo (imposible que lo sea proviniendo del mundo de la economía y las finanzas), sino de quien juzga lo posible en virtud de la “poderosidad” del género humano. En otras palabras, más allá de la renuncia y la capitulación por la aparente maldad que gobierna el mundo, confía en el recurso interior de los agentes de cambio.

Es la humanidad la que puede gestar una nueva realidad. A ella le corresponde desde su capacidad inventiva y creadora la generación de lo alterno. Partiendo no de puntos de apoyo prestados por la contemporaneidad que amenacen la repetición y la condena de lo mismo, sino fundados en capacidades internas que alteren el orden y lo superen.

Para tal alumbramiento es fundamental la educación. Una actividad que es preciso sofisticar para acelerar los cambios, pero más que eso, para que su establecimiento sea perentorio. La arquitectura de una realidad en la que, al privar el relato de la justicia, la seguridad y la paz, entre otros valores, su mecanismo se defienda por sí mismo.

En esa tarea capital hace falta, desde la sensibilidad del Esprit de finesse, el instinto violento que pulverice lo que desacredite a la humanidad. Solo así, a partir de la deconstrucción, será posible sentar las bases del nuevo edificio en el que quepamos y convivamos todos en sana armonía.

Estas líneas son, en consecuencia, el llamado a la conciencia de una urgencia impostergable. El borrador de lo deseable y la cartografía presurosa de quien intuye el camino con los instrumentos rudimentarios del explorador inseguro. Para ello, consideraremos el itinerario en tres partes. En la primera, nos referiremos al reconocimiento de la realidad con sus nuevos desafíos. Seguidamente, abordaremos las claves que orienten la actividad educativa. Y, por último, diremos algo sobre el valor de la esperanza como actitud vital para el tránsito en la aventura emprendida.
1 Al parecer la frase puede completarse de la siguiente manera: “Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra”, esto es, “el tiempo se escapa como una nube, como las naves, como una sombra”.
2 Sobre esto existe mucha literatura, entre las que no faltan las alarmistas y conspirativas. Sin embargo, hay un consenso generalizado que las pandemias y el cambio climático son solo dos realidades que podrían acelerar la desaparición de la humanidad.
3 “La pandémie a brutalement changé la donne. Elle ouvre des horizons formidables et jusque-là insoupçonnés. Nous pouvons prendre toutes les directions. Quelle incroyable liberté de choix!”. (La pandemia cambió brutalmente la situación. Abre horizontes formidables hasta lo insospechable. Podemos tomar cualquier dirección. ¡Qué increíble libertad de elección!)

Eduardo Blandón

ejblandon@gmail.com

Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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