Una foto incluida en el libro "Making a Life" de Melanie Falick. Foto la hora: Rinne Allen/Artisan Books vía AP)

Por JENNIFER FORKER
Agencia AP

Sus motivos diferirán, pero en algo coinciden los artesanos: los creadores tienen que crear. Quienes crean cosas a mano que sueldan, tejen, juegan con arcilla o pintan están siguiendo su pasión de la mejor manera que pueden durante la pandemia del coronavirus.

Las artes creativas son relajantes, llenan el tiempo y mantienen nuestras mentes y manos ocupadas.

«Esto es lo que nos hace humanos», dice Melanie Falick, autora del recién publicado libro sobre el tema «Making a Life: Working by Hand and Discovering the Life You Are Meant to Live» (Artisan).

Falick, por años editora de libros de manualidades, renunció a su trabajo siguiendo su corazón creativo. Su libro está lleno de historias de tejedores, ceramistas, soldadores, carpinteros, bordadores de colchas y otros, con fotos de sus creaciones, de sus casas y de sus espacios de trabajo.

Falick examina cómo hacer cosas a mano contribuye a una buena vida. Para empezar, dice, los artesanos encuentran un balance al crear. Puede que tengan trabajos, familias, cuentas y responsabilidades, pero crear les proporciona un receso activo necesario.

«Siento que tengo los pies sobre la tierra y que estoy en casa en mi propia piel, en mi propio cuerpo, cuando estoy haciendo algo con las manos», dice Falick desde su casa en Beacon, Nueva York. Está tejiendo un sombrero a crochet mientras habla. «Tenemos tantas cosas encima en este este momento que es abrumador. Esto me calma, me centra, me ancla. Me siento viva de una manera sana. Estoy menos agotada».

Brian Kasstle, de Las Vegas, Nevada, dice que no siente él mismo cuando no está absorto en sus diarios creativos, usando collage, pintura y transferencia de imágenes. Cada página de sus diarios cuenta una historia biográfica.

Actualmente Kasstle, representante de servicio al consumidor de una aerolínea, necesita de su arte más que nunca.

«Estoy atendiendo público ocho horas o más al día. Lidio con tanta gente. No sé si me iré a enfermar», dice. Pero «perderme en mis diarios creativos en una diversión realmente agradable».

Sarah Raven, una profesora de ciencia de quinto grado en Nueva York, tiene tiempo en sus manos ahora que enseña remotamente desde su casa. Al principio hizo pequeñas cuentas de arcilla; ahora está haciendo vertido de acrílico, una técnica de pintura que está aprendiendo en YouTube.

«¿Por qué tenemos que crear? Tengo algo dentro de mí que siento que tengo que expresar, que sacar», dice Raven. «La creatividad es el opuesto de la destrucción, y en un momento en que están pasando tantas cosas destructivas, parece lógico querer crear».

A Darrel Tenter, de Helena, Montana, le gusta hacer manualidades por su propio beneficio y por el producto final, a veces decorativo, y a menudo práctico. El asesor de tecnología para la educación crea productos de cuero — billeteras y carteras — y suelda cosas como las repisas de la oficina de su casa.

«Me gusta ser creativo y probar cosas nuevas, pero tiendo a aburrirme después de un tiempo y cambiar a otra cosa», dice.

Y el tiempo vuela en su taller: «En especial cuando estoy afuera en el garaje soldando. De pronto me doy cuenta de que es la una de la madrugada y he pasado ocho horas en el garaje».

Trisha Himmler, una gerente de marca y diseñadora gráfica en Denver, ha probado muchos oficios con las manos. Es una experta cosiendo al punto que diseñó y creó el traje de novia de una amiga siguiendo tan sólo una foto. Su nueva manualidad predilecta: bordar. Empezó con un kit antes de pasar a dibujar sus propios patrones.

«Me gusta poder hacer un proyecto y decir, ‘yo hice eso’. Valida tus habilidades como ser humano, y te muestra que no eres sólo ser un dron que cumple con un empleo, llega a casa, ve televisión y repite» lo mismo todo el tiempo, dice.

Laura Plouzek, de Wahiawa, Hawái, está llevando las manualidades un paso más allá durante la pandemia: no sólo crea para ella y hace corbatines singulares para ganarse la vida, sino que recientemente ensambló cajas de artesanía y despachó 42 alrededor del mundo.

«Realmente quise compartir algo de alegría durante un momento que para muchos puede estar lleno de ansiedad», dice Plouzek. Los kits incluyen fieltro, cintas, hilo y otros materiales para hacer pequeñas condecoraciones.

«Crear para mí es el núcleo de lo que soy», dice esta madre de tres niños pequeños, cuyo negocio en Etsy se llama xoelle.
Falick cree que la expresión creativa es clave para la salud y el bienestar. Cita a la académica Ellen Dissanayake, quien ha estudiado la intersección del arte, la evolución y otras ciencias, diciendo que «el arte está conectado a nuestro interior. Es el acto de hacer de lo ordinario algo extraordinario».

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