Por JOYCE M. ROSENBERG
NUEVA YORK
AGENCIA (AP)
Los miles de millones de dólares destinados a las pequeñas empresas en Estados Unidos para contrarrestar los efectos económicos del coronavirus puede que no logren impedir que muchas de ellas se declaren en quiebra.
Las solicitudes de empresas amparadas en el Capítulo 11 de la ley federal de quiebras de Estados Unidos aumentaron significativamente en marzo, y los abogados que trabajan con compañías en problemas observan señales de que más dueños están contemplando la posibilidad de declararse en bancarrota.
Las compañías que se vieron obligadas a cerrar o reducir sus actividades a causa de las medidas del gobierno para frenar la propagación del coronavirus tienen crecientes deudas y perspectivas inciertas sobre cuándo regresarán a la normalidad. Incluso los propietarios que están recibiendo préstamos de emergencia y subvenciones no están seguros de que esa ayuda sea suficiente.
Entre las compañías más vulnerables están miles de restaurantes y tiendas minoristas que cerraron, muchos de ellos hace más de un mes. Algunos restaurantes han podido obtener un poco de ingresos al servir alimentos para llevar y para entregar a domicilio, pero incluso ellos tienen problemas financieros. Las tiendas minoristas pequeñas e independientes, incluyendo aquellas que también venden en línea, corren un riesgo similar.
Las compañías petroleras independientes, cuyos ingresos se vieron muy afectados tras el desplome en los precios del crudo, también están limitadas financieramente, al igual que otras empresas que ya estaban abrumadas con altos niveles de deuda antes del virus.
Incluso las grandes corporaciones tienen problemas, entre ellas las cadenas de tiendas minoristas que tuvieron que cerrar sus sucursales.
El gobierno federal ya ha aprobado o entregado más de 2 millones de préstamos y subvenciones a pequeñas empresas que totalizan casi 360.000 millones de dólares, y otros 310.000 millones de dólares van en camino a uno de los programas. Sin embargo, ese dinero puede ser, en el mejor de los casos, una solución provisional para compañías con pocos o nada de ingresos. Y se tiene previsto que los nuevos fondos se agoten tan rápido que miles de dueños no obtengan préstamos.
No hay una manera de predecir cuántas compañías se declararán en quiebra. De 2008 a 2010, durante la Gran Recesión y el periodo subsiguiente, se presentaron más de 160.000 declaraciones de bancarrota, según datos recopilados por el sistema judicial federal.