Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Carlos Figueroa Ibarra

Hace dos semanas en la diaria conferencia de prensa, Andrés Manuel López Obrador dijo que la epidemia del Covid-19 le había venido a México “como anillo al dedo”. En las aguas procelosas en las que navega un gobierno progresista, la frase inmediatamente comenzó a ser utilizada como arma de ataque por todo el establishment neoliberal dentro y fuera de México. Un cardumen de orcas y tiburones se abalanzó al presidente mexicano y la frase comenzó a ser utilizada como prueba de su incompetencia, acaso de su locura. ¿Como anillo al dedo? La peste siempre es una calamidad, sobre todo si sobrepasa la capacidad de respuesta que una sociedad puede tener ante ella. En Italia, España, Francia y en Estados Unidos de América, ante el déficit de respiradores o de unidades de cuidado intensivo, el personal médico tuvo que tomar la dolorosa decisión de sacrificar a los ancianos y con mayor razón si eran hipertensos, insuficientes renales o diabéticos.

En México ha circulado la “Guía Bioética de Asignación de Recursos Médicos” que prevé priorizar a los jóvenes sanos antes que a los viejos enfermos en el cuidado intensivo. Aunque el subsecretario de salud Hugo López Gatell aclaró que este criterio no es “una decisión ejecutiva”, lo cierto es que la derecha en un acceso “humanitario” ha estado bombardeando esta eventual decisión. Olvida la derecha que el sacrificio de los viejos es el resultado de un desmantelamiento sistemático de los sistemas de salud propiciado por los gobiernos neoliberales. México no es la excepción y existe un déficit de 200 mil médicos para cubrir las necesidades de salubridad del país. Se necesitan 176 mil médicos generales y 34 mil especialistas. Mientras eso sucede pueden verse médico/as desempleados o conduciendo autos con la aplicación Uber. Las facultades de medicina rechazan a la mayoría de los aplicantes de exámenes de admisión y solamente es aceptado el 22% de los aplicantes a exámenes de admisión a especialidades. Estos son apenas algunos datos del desastre neoliberal en materia de salud pública en México.

El gobierno de López Obrador ha caminado a marchas forzadas desde 2019 para reparar el desastre neoliberal: 3 o 4 empresas acaparaban el 70% de las compras gubernamentales de medicinas, hospitales se construían y se quedaban a medias, eran sobrefacturados y que decir del déficit de medicinas destinadas a la seguridad social. La epidemia viene como anillo al dedo porque es un acicate para cumplir de manera acelerada una de las metas del gobierno de la 4T. Se ha ampliado el presupuesto de salud en 2 mil millones de dólares, se espera emplear con opción de definitividad en los próximos tiempos a 45 mil médicos y enfermeras. Para enfrentar la coyuntura se ha iniciado un puente aéreo con China para obtener en los próximos días más de 10 millones de medicamentos, insumos y equipos. Además se espera conseguir 10 mil ventiladores en los próximos días. Todo lo necesario para no sacrificar a los viejos. Todo lo contrario a lo que hace el neoliberalismo.

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