Alfonso Mata
Algo de ello nos ha mostrado esta crisis: una falta de solidaridad entre gobiernos centroamericanos.
No cabe la menor duda que ello se debe a intereses en conflicto. Los políticos y especialmente gobernantes, alcaldes y en general autoridades, incluso iniciativa privada, quieren ser “héroes” cuando la situación lo que menos demanda es de eso. Lo que demanda una pandemia es un uso inteligente de recursos zapatero a tu zapato y no héroes. Los pueblos no tienen por qué estar agradecidos a sus gobernantes cuando disfrazan de ayuda lo que es y constituye una obligación hacer. Todo el mundo trata de sacar “publicidad” de la situación.
Mientras cada país intentan por su lado resolver sus problemas económicos y de corrupción, teniendo en el centro la epidemia del nuevo coronavirus (COVID-19), todos sus organismos regionales permanecen en silencio, sin tan siquiera hacer un llamado a la acción conjunta, ayuda mutua, ignorando el principio de «solidaridad» que, sin embargo, constituye la base de la Unión (atención parlamento centroamericano, e instituciones regionales). Aunque de hecho existen marcos teóricos de política sanitaria comunes, no existe ni se deriva de ello una práctica sanitaria común consolidada en voluntad política solidaria y de coordinación. Ningún órgano ejecutivo existe ni se formó para ello, con mira a atender y atacar la crisis sanitaria actual. Cada estado miembro reacciona unilateralmente y en forma de pánico, cerrando sus fronteras, lanzando controles fronterizos internos, implementando políticas de aislamiento sin consulta y actuando por su propia cuenta. Y algo aun peor, ningún país de los miembros, ha expresado su insatisfacción con la falta de solidaridad.
Aparentemente en Centroamérica, el avance de la pandemia será similar y a medida que la situación se deteriore, la solicitud de ayuda entre países será más difícil. Todo tipo de restricciones comerciales entre países aunque no cerrados del todo, con el tiempo se generará, imponiendo medidas aún más restrictivas a intercambios favorables entre ellos, emitiendo entonces en grito de ayuda cada quien por su cuenta. No se ha visto una sola solicitud ni tan siquiera de intercambiar puntos de vista y tomar medidas rápidas, concretas, efectivas económica-sanitarias en bloque. No se debió dejar a cada nación sola para enfrentar esta crisis. Es una crisis que requiere una respuesta regional. Solos, somos muy débiles y nos hacemos oír poco en el consorcio global. En esta crisis, es más que evidente que la solidaridad y organización no está en movimiento. Quizá cuando la situación sea grave, la solidaridad funcione; esperamos que no sea tarde para entonces.
Como centroamericanos, hubiéramos esperado de nuestros gobiernos coordinar, planificar, advertir, hacer recomendaciones y tomar medidas concretas económicas-sanitarias. Pero la pandemia de coronavirus ha demostrado una vez más, la debilidad de la unión centroamericana política comercial y social y su falta de reacción en «tiempos de crisis» y de unión de intereses nacionales con regionales. Pero más que eso, los gobernantes siguen teniendo intereses prioritarios sobre los intereses de sus pueblos. De tal manera que no cabe más que esperar, no entrar oficialmente en recesión y que el nuevo coronavirus no continúe afectando vidas humanas.