Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Siempre, en medio de las crisis, surgen oportunidades y el mundo ha experimentado muchas situaciones adversas que han permitido situaciones que en condiciones normales serían impensables y yo soy de la opinión que a partir de lo que está ocurriendo en Patzún, Chimaltenango, debemos construir las vías sobre las que seguiremos enfrentando la pandemia y sentar las bases sobre las que construiremos la Guatemala después de la emergencia.
Desde el municipio llegan pedidos de apoyo para que las familias que están en cuarentena puedan tener lo básico en términos de bebida y comida, porque si la intención es que se queden en casa y que si los que deben salir lo hagan con mascarilla, debemos asegurarnos que esas personas no pasen hambre o sed.
Debemos hacer los mejores esfuerzos para que el personal del centro de salud de la localidad tengan todos los insumos de protección, porque me imagino que a ellos les tocará apoyar al Ministerio de Salud en la obtención de las muestras y en atender de forma primaria alguna situación de alguien que presente síntomas.
Y debemos trabajar todos, por difícil que pueda ser, en que los vecinos del municipio y especialmente quienes están dentro del cordón sanitario, que entre todos deben cuidarse las espaldas y eso significa actuar con plena conciencias como si fueran portadores del virus porque eso les permitirá ser un poco más responsable en función de lo que hagan y dejen de hacer.
Patzún es un municipio a una hora u hora y cuarto de la capital, es decir, no estamos hablando de un recóndito territorio en un terreno lejano y si aún así tienen dificultades, ni pensar lo que puedan experimentar lugares menos desarrollados. Los sistemas de apoyos que se generen para este municipio deben ser los que repliquemos para futuros cordones sanitarios que (ojalá y no) se establezcan en otras partes del país.
Lo que ocurre en el municipio de Chimaltenango nos debe hacer valorar aún más, las oportunidades que algunos tenemos y que eso nos obliga a dar la milla extra durante esta emergencia en la que estamos llamados ser más tolerantes sin que eso signifique dejarnos de expresarnos, hacer críticas constructivas y proponer alternativas a los problemas que enfrentamos.
Todos en la sociedad debemos preguntarnos cómo quisiéramos que los lideres del país actuaran si nosotros estuviéramos en Patzún, en zonas de extrema pobreza o si viviéramos con la incertidumbre de saber si en dos semanas, uno o dos meses, tendremos trabajo para sostener a la familia y sin duda, no quisiéramos que prevalecieran rencores personales, posturas obtusas y poca apertura para explorar mecanismos de mejora.
En ese departamento, el presidente Alejandro Giammattei también está llamado a liderar con el ejemplo. Parte del enorme trabajo que tiene debe ser olvidarse de molestias o rencores del pasado, porque será la habilidad que tenga para aglutinar técnicos, expertos, empresarios, grupos sociales y académicos, lo que marque el rumbo.
El mandatario ha demostrado tolerancia con los diputados con los que se pactó la Junta Directiva en el Congreso y que han apoyado, junto a muchos otros, sus planes para apoyar a los informales, más vulnerables y empleados formales que se quedarán sin trabajo y esa misma tónica debe aplicar para todos aquellos que den la muestra que tienen el país como prioridad y ser poco tolerando con los que en esta crisis quieren ver solo el derecho de su nariz, hacer negocios o seguir cobrando por votos en el Congreso.
Lo que ocurre en Patzún se puede repetir en otras lugares del país y lo que logremos en el presente caso, habremos de replicarlo para asegurar que esos cordones sanitarios (necesarios por cierto) no signifiquen dejar a la gente atrás.
Esta situación de Patzún debe sacudirnos para lograr lo que hasta ahora no hemos sido capaces de alcanzar con plenitud y que se resumen en olvidarnos de viejas rencillas para trabajar en mínimos dejando por un lado el avorazamiento, el egoísmo y en algunos, la corrupción.