Alfonso Mata
¡Qué irresponsabilidad!!! endeudarnos porque no sabemos cómo salir del atolladero con lo que tenemos y que arríen los que vienen atrás, que son nuestros propios hijos y nietos y eso sí, nos llenamos la boca de que les estamos heredando un mundo mejor ¡qué falta de valor! de convicción y sacrificio, para encarar nuestra responsabilidad y a eso se suma la ambición del lucro de unos pocos.
El nacimiento y la supervivencia de la democracia, es más probable en países que han heredado al menos espacios de competencia y participación política, que en aquellos donde estos espacios nunca existieron. Nuestro historia es clara al mostrarnos que en el nuestro no existe, y no existe, por la sencilla razón que nunca hemos pasado de la ideología a la acción. Por consiguiente, no hay producción de modelos sino reproducción de situaciones y eso véalo usted desde cualquier aspecto público o privado ya sea social o económico. Saber leer y escribir no es educar, vacunar y dar alimentos no es fortalecer la salud, tener bancos y sacar dinero al extranjero no es poseer una rica y próspera economía, incluso modernizar aspectos de la extracción de riqueza.
Es y resulta más que evidente que, la invención de nuevos juegos, nuevas reglas y nuevos modelos relacionales, sociales económicos y de régimen político, jamás ha sido de nuestra inquietud el desarrollarlos y mucho menos implementarlos y si fuéramos un poco nacionalistas, visionarios, responsables de las futuras generaciones, ya deberíamos haber tomado conciencia de lo que sabemos desde hace mucho y se nos ha señalado tanto interna como externamente: “nuestros procesos históricos políticos, socio económicos y ambientales como actualmente corren, es condición limitante que restringe (y de forma amplían) el rango de opciones para alcanzar la equidad y el cumplimiento de los derechos humanos en nuestra nación”. Por lo tanto, defendemos y caminamos sobre un esfuerzo por lograr la democratización hecha de estructuras preexistentes que precisamente frenan ese esfuerzo.
Los arreglos establecidos por los principales aprovechados actores políticos introdujeron reglas, roles y patrones de comportamiento, que nunca marcaron una ruptura importante con un pasado de explotación y que, a su vez, genera y da forma a las perspectivas de consolidar el régimen existente: se privilegian los mismos grupos a expensas de otros.
A la fecha, no hay ninguna propuesta de estado, ni siquiera oposiciones políticas que se encaminen a beneficiar un equilibrio de poder justo y equitativo. A estas alturas, tampoco hemos sido testigos de una vitalidad política extraordinaria que encuentra su traducción en el terreno; más bien lo que se avecina es una propaganda política a través de los bonos o fondos que se darán y el torpe agradecimiento del pueblo, como si los políticos de su bolsa sacaran el dinero. El pueblo en su angustia, no se da cuenta que esos inescrupulosos políticos están echando mano a su propia bolsa nos están bolseando, al igual que a nuestros hijos y nietos, quedándose con los vueltos incluso. Eso rosa a acto criminal.
Pero tampoco existe la presión de las calles que lleve al régimen a establecer al menos una reflexión sobre «las tendencias probables de la evolución sociopolítico del país y las alternativas de una apertura democrática que probablemente consolide y asegure la democracia” y pese a los tantos discursos populistas, el nuevo régimen ni siquiera adoptó el principio de una revisión legislativa institucional, con miras a la apertura política poniendo a trabajar a la población conjuntamente. De tal manera que creo que tenemos para rato, una crisis que irá mucho más allá de la provocada ahí sí que por un inocente virus. No le echemos la culpa a la naturaleza de lo que somos los humanos culpables.