Mariela Castañón
mcastanon@lahora.com.gt
Guatemala permanece bajo toque de queda y es nuestra responsabilidad acatar las disposiciones gubernamentales para evitar que se propague el coronavirus COVID-19. Esta situación también demanda compartir lo poco o lo mucho que tengamos con nuestros conciudadanos que están en la economía informal, en la tortillería, en la garita de seguridad, en el servicio de recolección de basura o en un puesto de registro y control.
Hasta este jueves, el gobierno informó de 46 casos de coronavirus, dato que podría representar un subregistro porque no se han realizado suficientes pruebas, incluso a los asintomáticos; de momento es lo que sabemos oficialmente.
Es importante que todos (as) reflexionemos sobre el impacto de esta pandemia que afecta al mundo y pensemos en la responsabilidad que tenemos para evitar que se propague. Entiendo perfectamente que muchas personas deben salir a laborar, algunas exponerse más que otras, o realizar trámites necesarios, pero, en la medida de lo posible, permanezcamos en casa.
En estos días también debemos buscar la forma de compartir lo poco o mucho que tengamos con nuestros conciudadanos, que se encuentran en la economía informal, en la tortillería, en el servicio de recolección de basura, en las garitas de seguridad, e incluso con los agentes de la Policía Nacional Civil (PNC).
La semana pasada me comentaban algunos agentes policiales que han tenido dificultades para comprar sus alimentos, pues todos los negocios están cerrados después del toque de queda y prácticamente se quedan sin el servicio de comedores que regularmente les brindan precios accesibles. Por eso, en esta ocasión, apelo a la humanidad de muchos guatemaltecos, para compartir lo que podamos con la persona que está más cerca y lo necesita.
Guatemala, al igual que Ecuador, enfrentaría una situación muy dura, si se elevaran los casos de coronavirus, pues nuestro sistema de salud es débil y apenas si puede lidiar con situaciones específicas.
En el tiempo que tengo de reportear, me he dado cuenta en los aprietos, en los que se ha visto al sistema de salud cuando ocurren emergencias repentinas, por ejemplo, recuerdo que, en agosto del año 2014, más de 300 aspirantes a agentes de PNC y guardias se intoxicaron con alimentos en las academias estatales.
En esa ocasión, se rebasó la capacidad de los hospitales más grandes de la capital, al punto que horas más tarde los bomberos se enfrentaron a otros desafíos como no saber qué hacer con personas heridas, afectadas por la permanente violencia homicida.
En otros hechos similares, relacionados con esa debilidad para brindar atención médica, se puede mencionar el incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, donde 41 niñas murieron (algunas después de ser llevadas a los hospitales) y 15 resultaron heridas.
Esto también se refleja cuando ocurren accidentes en buses y es necesario trasladar a los hospitales a decenas de heridos.
Una crisis con tantos casos sería fatal para Guatemala y su débil sistema de salud. Por favor seamos responsables y conscientes con nuestra salud y con la de las demás personas.